Orquesta. concierto Día de Andalucía. Director: L. Ramos. Falla, Álvarez Beigbeder y L Grignon.

El sexto concierto de la temporada de abono de la Orquesta de Córdoba, celebración del Día de Andalucía, comenzó de forma solemne con la interpretación del Himno de Andalucía.

Adentrándonos ya en programa, comienza el concierto con Caprichos de España, de Germán Álvarez Beigbeder, compositor que tiene en su catálogo zarzuelas, marchas procesionales, pasodobles, y del que la OC ha interpretado varias obras sinfónicas, y al que ha dedicado una grabación del Centro de Documentación Musical de Andalucía. Son cuatro danzas para orquesta, que se inspiran en temas populares, y con títulos que hacen referencia a formas tradicionales. Así se suceden los movimientos Jota, Serrana, Sevillanas y Soleares, en las que la orquesta interpreta los contrastes entres las partes líricas o coplas, y las rítmicas en las que la percusión marca el compás, como en las Sevillanas con las castañuelas, recordando por momentos a música de pasodoble, y con algunos motivos propios de la guitarra flamenca, sobre todo en Soleares.

La segunda obra elegida es Hispánicas, de Juan Lamote de Grignon, de la que se indica en programa que es la primera vez que la interpreta la orquesta. Esta pieza es en realidad una trilogía sinfónica. En Cataluña, con el subtítulo Glosa dramática de la canción popular El Testamento de Amelia, la orquesta logra una densidad en la que se van superponiendo las apariciones del tema en distintas secciones. Andalucía comienza más rítmica, y concede la melodía a solistas dentro de la orquesta en la parte central del movimiento, lo que la dota de gran variedad tímbrica.

En esta primera parte del concierto se contó con la colaboración de alumnos del Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco de Córdoba.

Tras el descanso tuvimos ocasión de escuchar El amor brujo, una de las obras más representativas del repertorio de compositor andaluz.

En la voz Trinidad Álvarez La Trini, haciendo uso de un micrófono casi imperceptible, le dio carácter personal a la obra. Además de recrearse en las sílabas finales, recordando a giros comunes en la copla, hace uso de la gesticulación dotando de dramatismo a algunas escenas, en otras se acompaña, como bailando, de movimientos de manos, e incluso de palmas sordas.

Estos recursos no pasan desapercibidos, ya que esta obra tiene melodías que están de una u otra forma en la memoria del público. Habrá sido una labor del director Lorenzo Ramos aunar los estilos tratando de ser fiel a la partitura.