El realizador cinematográfico Eloy de la Iglesia murió ayer después de haber sido intervenido de un grave enfermedad en un centro hospitalario de Madrid, informaron fuentes cercanas a su familia.

Eloy Germán de la Iglesia nació el 1 de enero de 1944 en Zarautz (Guipúzcoa), aunque se crió en Madrid, donde estudió Filosofía y Letras hasta el tercer curso, cuando decidió dedicarse al cine, teatro y televisión. Con 20 años de edad ya había escrito, dirigido o producido casi cincuenta títulos para el medio televisivo. Sus trabajos en pantalla grande se han visto envueltos en una aureola de escándalo, que algunos tacharon de oportunismo, por haber abordado temas conflictivos de marginación social en plena etapa de la transición española. En 1969 apareció su Algo amargo en la boca y, ya en los años 70, Cuadrilátero (1970), El techo de cristal (1970) y El diputado (1978), entre otras. En los años 80 estrenó El pico (1983), Otra vuelta de tuerca (1985) y La estanquera de Vallecas (1987).

Durante un largo tiempo apartado del cine por problemas con la droga, a la que se enganchó en 1983, según había reconocido, Eloy de la Iglesia volvió a ofrecer un nuevo trabajo, Los novios búlgaros (2002), protagonizado por Fernando Guillén Cuervo y Antonio Hens y basado en la novela de Eduardo Mendicutti. Un año atrás había hecho una producción teatral para TVE, el Calígula de Albert Camus. El director vasco debutó como actor en la ópera prima de J.A. Durán Mi último silencio (2002), un melodrama con toques de cine policiaco donde el propio Eloy encarna al padre de la protagonista, una joven que abandona la banda criminal de la que forma parte e intenta empezar una nueva vida en un pueblo de la costa.

En su larga carrera dirigió un total de 23 películas, dándose la circunstancia de que esta última fue realizada tras 16 años sin actividad profesional en el mundo del cine.