Andrés Calamaro es uno de los pocos argentinos que este año han salido victoriosos ante un decisivo hito futbolístico, arropado por una legión de admiradores tras más de 30 años de oficio, un toque inspirado -a la guitarra- y algún que otro traspiés que, lejos de tumbarle, ha cimentado su excéntrica leyenda.

"Tengo una carrera musical a pesar de mí mismo", declara no sin cierta sorna el músico, cantante y compositor, ahora que parecen olvidados los excesos del pasado y que vuelve a mostrarse entonado en grandes noches de música, como la que ofreció hace un mes en Madrid.

"Fue un concierto muy bueno. Tenía un buen pálpito, la música frente a la dictadura de la actualidad-deportiva-urgente, y tenía que mostrarse en su mejor estado. Bien por los valientes que eligieron el rock", aplaude el autor de Maradona , que estos días ha disfrutado del "entretenimiento" del Mundial, aunque no se defina como alguien "pasional en cuestiones deportivas".

El argentino regresa hoy a Madrid, en concreto al Teatro Circo Price, dentro del programa de Los Veranos de la Villa, para reeditar de nuevo una noche como la que vivió en mayo en la ciudad. Quienes acudan, encontrarán pocas diferencias más allá de alguna pequeña variación en el repertorio respecto de aquella cita, en la que será su tercera actuación en la capital española en menos de un mes. "Siempre echo de menos a Madrid, tengo una casa aquí y me gusta vivir como madrileño, aunque ahora mismo el verano agobia un poco y ver fotos de gente de vacaciones en la revistas me harta", bromea el cantante y compositor.

En Madrid, como ha venido haciendo en las últimas semanas en varias apariciones por la geografía española, presentará el disco que publicó el pasado otoño, Bohemio , recientemente reeditado con un film, "una ficción autobiográfica más explícita y oscura" que utiliza su música de fondo y en la que su personaje lo asume una actriz.

"Yo estoy con los bohemios y los rufianes", dice a modo de justificación del título de este trabajo, porque, reconoce sin ambages, no le gusta "demasiado" presentar discos, promocionarlos ni "someterlos al juicio de nadie".

"No sé si el publico espera mucho de mí o demasiado poco. O la crítica musical. Sinceramente no lo sé... Creo que son los demás los que añoran un pasado perdido, a mí lo que me pesa es la responsabilidad de cantar siempre inspirado", afirma.