Concierto: Segundo de la temporada de abono 2017-18 de la Orquesta de Córdoba

Marimba: Cristina Llorens

Director: Miquel Ortega

Obras de: X. Montsalvatge, J. Sarmientos y F. Schubert

La solvencia de Miquel Ortega -conocida ya por los abonados cordobeses- se sumó en la noche del jueves y el viernes al buen hacer de Cristina Llorens a la marimba para dar lugar a un concierto que, a juzgar por las ovaciones del público, colmó las expectativas de los asistentes.

Envuelta en una atmósfera premonitoria, escuchamos la Introducción del Caleidoscopio sinfónico. Cuatro movimientos de ballet, de Xavier Montsalvatge, magnífica obra «antillana» del gerundense que, bajo la atenta y firme dirección de Ortega, alcanzó de lleno los diferentes «afectos» que contiene: abrupta y enérgica en lo grotesco y burlesco de la Ronda i Pantomima, lírica en la narración del Cànon i Havanera, tensa y dionisíaca en el final a la «indiana». Entró Llorens en escena con aire jovial, como si solo fuera a divertirse ante el público interpretando el vistoso Concierto para marimba y orquesta de Jorge Sarmientos. Parece que lo hizo, al igual que el público, que ovacionó prolongadamente una interpretación intensa y de exquisito fraseo en la que la de Algemesí acarició la suave melodía «gimnopédica», casi de barcarola de la Canzone India y jugó casi con despreocupación en el festivo Rondó Allegro.

Hubo aún de volver a escena -obligada por el público- para interpretar Café sin azúcar, del Caleidoscopio para marimba de Chin Cheng Lin, obra delicada y casi minimalista que sonó deliciosamente dulce y frágil en manos de Llorens.

Tras la pausa volvió Miquel Ortega a tomar la batuta para dirigir la Sinfonía nº 8, en Do mayor (D. 944) de Franz Schubert en una interpretación en la que la firmeza y la energía fueron pilares de una construcción que adquirió mayor rotundidad según avanzaba. Ovación.