Un Bowie en el crepúsculo, “perdido entre corrientes de sonido”, un hombre “que está cayendo, que se asfixia, que se funde, roto y ciego”, se muestra con todo su drama y su arte en las tres canciones inéditas que centran la atención en ‘Lazarus (Original cast recording)’, el disco de la despedida después de la despedida. Un doble compacto, triple LP, que recoge la banda sonora del musical teatral estrenado en Nueva York hace casi un año y que ve la luz este viernes.

‘Lazarus’, el álbum, incluye 23 canciones, de las cuales la mayoría son recreaciones de otros tantas piezas ya conocidas de Bowie, de ‘The man who sold the world’ a ‘Where are we now?’, con las voces de los actores implicados en el musical, que el 8 de noviembre se estrenará en Londres, en el teatro King’s Cross. Las grabaron el pasado 11 de enero, apenas 24 horas después de la muerte del cantante, con la tragedia en el ambiente. El contenido se completa con cuatro canciones interpretadas por Bowie, la que da título al musical, incluida en el póstumo ‘Blackstar’, y las inéditas ‘No plan’, ‘Killing a little time’ y ‘When I met you’.

PAZ INTRANQUILA

Material que el cantante grabó con el equipo de ‘Blackstar’, esto es, el saxofonista Donny McCaslin y sus músicos de jazz de vanguardia, bajo la supervisión del productorTony Visconti.Composiciones que transmiten una mezcla de paz intranquila y brotes de desvarío extremo, entre el ejercicio de ‘crooner’ abismal y el rock excéntrico, la armonía metafísica y la cólera. Pistas genuinamente Bowie que suenan como una prolongación de aquel disco que el pasado enero nos heló la sangre. Ahora, con todo su misterio desvelado: a diferencia de entonces, sabemos que con esas canciones Bowie nos hablaba de sus últimos días en la Tierra.

O de su presentimiento de lo que pudiera haber más allá de la luz al final del túnel: en ‘No plan’, la más sobrecogedora de las piezas, canta como si ya no estuviera entre nosotros, con un ingrávido desamparo. “¿No estoy en ninguna parte ahora?”, se pregunta al empezar sobre un ritmo pausado, avanzando de la mano de una melancólica melodía. “Todas las cosas que son mi vida / Mis estados de ánimo / Mis creencias / Mis deseos / Yo solo / Nada que lamentar / Este no es ningún lugar, pero aquí estoy / Aún no”, recita ceremoniosamente devastando al oyente en cada verso, dejándose arropar al final por un lánguido saxo.

ANGUSTIA Y FURIA

Si ‘No plan’ transmite una mística terminal, ‘Killing a little time’ desprende angustia y furia sobre un ritmo sincopado y unas guitarras endurecidas, con tramas industriales, más cercanas al ambiente de ‘The next day’ o del lejano ‘Outside’ (1995). Canta un Bowie irritado: “Tengo un puñado de canciones que cantar / Para pincharte en el alma / Para joderte / Esta rabia furiosa”, grita. La connivencia con la enfermedad y la muerte no es que se lea vagamente entre líneas. “Me tumbo en la cama / El monstruo alimentado / El cuerpo que sangraba / Me giré y dije: / “Tengo algo de ti todo el tiempo / Todo de ti en algún otro momento”.

Y ‘When I met you’ es una tensa pieza rockera con músculo rítmico y estribillo histérico en la que Bowie parece mirar hacia atrás con una mezcla de ira y nostalgia. “Cuando te conocí / no podía hablar / Tu me abriste la boca (…) / Ahora es todo lo mismo / El sol se ha ido”. Tercera y, por ahora, última pieza de estreno de este Bowie que sigue lanzándonos mensajes desde su última morada. Material que podría traer todavía cola: Tony Visconti habló meses atrás de cinco canciones inéditas de la era ‘Blackstar’. O quizá sean más.