C armen Amaya, Manolo Caracol o la Paquera de Jerez se dan cita desde ayer en Patrimonio flamenco, la historia de la cultura jonda en la BNE, una muestra que pretende «desmontar los tópicos» de este arte «vivo» y «abierto» con 400 años de historia. La exposición de la Biblioteca Nacional de España (BNE), abierta hasta el 2 de mayo, recorre toda la historia de esta manifestación cultural a través de libros, manuscritos, grabaciones, partituras, fragmentos de cine o pinturas que han salido de sus propios fondos, así como de préstamos del Museo Reina Sofía, la Fundación Cante de las Minas de La Unión (Murcia) o la Fundación Manuel Falla de Granada.

Un total de 150 piezas seleccionadas por los comisarios de la muestra, Teo Sánchez y David Calzado, dos expertos del flamenco que pretenden «desmontar los tópicos» como el de que el flamenco «no nace en una noche de la nada». «El flamenco es consecuencia de una evolución, de una sedimentación, que viene de la música y de los bailes populares, andaluces principalmente, y ese caldo de cultivo podemos empezar a encontrarlo a partir del siglo de Oro, donde escritores como Miguel de Cervantes (con la obra Las Gitanillas) ya dan muestra de esa popularidad de esta música», contó Sánchez.

Y así lo vienen a demostrar con la estampa El Vito de Goya, perteneciente a la etapa del preflamenco; o un manuscrito de Cartas Marruecas de Cadalso en el que, al final del capítulo 7, aparece la descripción de lo que sería una juerga flamenca.

Dividida en 5 etapas históricas, la muestra también pone en relieve cómo el origen del flamenco se encuentra en el baile, en concreto en figuras como la de Carmencita Dauset, una bailaora almeriense que en 1894 causó tanto furor en Nueva York que consiguió llenar recintos como el Madison Square Garden.

Gracias al cineasta K.L. Dickson y el kinetógrafo de Thomas Edison, una de esas actuaciones ha llegado a esta exposición para deleitar durante unos 20 segundos con su baile, en la que se considera la primera aparición de una mujer en una grabación cinematográfica, registrada en 1894.

Junto a obras de Picasso como el dibujo Bailaora (1899) o Figura, cabeza y Guitarra (1902), la exposición también está salpicada por grabaciones sonoras como «los cilindros de cera», las más antiguas que se conservan del flamenco; y otras mucho más recientes como unas alegrías de Pericón, una bulería de Peluso o una bambera de La Niña de los Peines.

Para desmontar otro tópico, el de que el flamenco «es un arte encerrado en sí mismo», Sánchez y Calzado han acudido a figuras indispensables del flamenco más actual como Camarón de la Isla, un artista que rompió las barreras del flamenco, y soportó las críticas de los puristas, con La leyenda del tiempo.

«El flamenco es posiblemente la música viva más bella del mundo», enfatiza Sánchez. Pero también en el baile se traspasaron fronteras inimaginables. Y fue la bailaora Carmen Amaya la primera que se vistió de corto para bailar como un hombre sobre un escenario. Una muestra más para los comisarios de que el flamenco es un arte siempre ha sido «abierto».