Película sobre tenis, pero también sobre la igualdad de la mujer. Los directores Valerie Faris y Jonathan Dayton, conocidos por la entrañable y mordaz Pequeña Miss Sunshine (2006), recrean en tono amable e irónico el pulso que una gran tenista (ganadora de Wimbledon en cinco ocasiones) de 29 años tiene con un alto cargo de la federación sumamente machista, aunque de todo ello se intenta aprovechar un exjugador de 55 años de lo más fanfarrón, que la reta en un partido legendario, allá por 1973, todo un evento televisivo que se conoció como La batalla de los sexos.

El duelo tenístico se transforma aquí en todo un duelo interpretativo donde Emma Stone y Steve Carell están inmensos en este interesante filme, donde no falla la ambientación y recreación de los años en que se desarrolla la historia. Más allá del fenómeno deportivo de masas, también encontraremos cierto aspecto romántico en la subtrama, que muestra cómo ella lucha por encontrar el verdadero sentido al amor de su vida, a la vez que persigue ganar cada punto en la pista al adversario, con lo que ello significa en una sociedad que permite que una jugadora gane ocho veces menos que un jugador por el mero hecho de haber nacido mujer, mientras los ingresos para el organizador son los mismos. Por tanto, la cinta se revela también como una crónica de la revolución feminista, no solo a nivel profesional sino también de sentimientos, pues no era fácil romper con los prejuicios que marcaban la norma social. Por otro lado, el diseño del personaje masculino, que roza la caricatura, también posee una lucha interior a partir de haber sido expulsado del seno familiar por su esposa, cansada de su afición al juego y su complejo de Peter Pan.

En fin, algo más que un filme divertido sobre un espectáculo deportivo que movilizó a millones de espectadores ante la televisión.