Ha actuado en varias ocasiones en Córdoba, una ciudad que visita a menudo y en la que disfruta de grandes amigos, pero su concierto del próximo viernes en el Teatro de la Axerquía supone una parada muy especial para este singular violinista, pese a que ha llenado importantes recintos de todos los tamaños en prácticamente todo el mundo con el tour que inició hace más de un año, La increíble gira de Violín, y con el que ha acercado a miles de personas a la música clásica con un espectáculo que aglutina desde obras de Bach hasta canciones de Led Zeppelin o David Bowie. Desde el otro lado del charco, el violinista libanés, afincado en España desde hace 15 años, habla de esta actuación y de los frutos que ahora recoge allá por donde va, después de años de trabajo y esfuerzo para encontrar su lugar en el mundo de la música.

-Lleva un año contando al mundo la historia de su violín. ¿Cómo está recibiendo el público esta gira?

-Es maravilloso, estoy muy emocionado y agradecido. Este espectáculo está pasando prácticamente por el mundo entero, y lo que nos queda. Está teniendo una respuesta muy bonita por parte del público.

-Ha llenado plazas de toros, teatros al aire libre y palacios de deportes. ¿Cómo se siente al ganar la batalla de acercar la música clásica al gran público?

--Muy contento, nunca había llegado a imaginarlo. Estoy convencido de que no es difícil atraer a la gente a la música clásica. No hace falta ser un entendido para disfrutar de ella, la dificultad era convencer a la gente de acudir sin miedo a estos conciertos, y lo he conseguido después de años de trabajo en los que estuve tocando en pequeñas salas hasta que, poco a poco, han ido creciendo, y ahora estoy disfrutando del momento.

-Parece que está recogiendo los frutos sembrados durante mucho tiempo. ¿Le ha costado encontrar su lugar?

--Me costó hasta que encontré mi personalidad, lo que quería hacer. Hace veinte años yo vivía en el mundo de la música clásica intentando encajar, pero nunca me sentí muy a gusto ni era aceptado. Yo quería tocar música clásica de manera lúdica, no me gustaba ese mundo cerrado, salí de él y todo cambió de un día para otro.

-¿Cómo lleva las críticas de los puristas del género? ¿Se ha sentido un bicho raro?

--Hace años me afectaba, pero ya no. Me parece fantástico que cada uno opine lo que quiera mientras haya un respeto. A mí me afectan las críticas del público y me encanta que me hagan comentarios. El público manda.

-¿Cree que la gente recibe mejor esta música con un espectáculo que, además de escuchar, también es un montaje visual?

--Espero que no sea eso. Opino que cuando la música es bella no hace falta ningún adorno. Pero, obviamente, si a esa belleza musical le añades una bonita luz al escenario que cree un ambiente más cálido, ¿por qué no hacerlo? El público se siente mejor y los músicos también. En los conciertos de música clásica no se cuidan esos detalles porque es la tradición.

-Derrocha energía sobre el escenario. ¿Cuántos kilos pierde en cada actuación?

--Muchos, pero los repongo cada noche en la cena después del concierto, entre otras cosas, porque pasamos por lugares con una gastronomía maravillosa.

-A su violín solo le falta hablar, ¿qué cree que diría si pudiera?

--Supongo que me diría que le dejara un poco en paz. Por eso tengo dos violines, porque a veces se cansan (risas).

-¿El violín se puede adaptar a cualquier género musical?

--Sí, estoy absolutamente convencido. Obviamente, se conoce por su faceta más clásica, pero es un instrumento que se ha adaptado a todas las culturas y épocas del mundo. Ahora que estoy en México, me encanta cómo lo tocan los mariachis, y también se aprende. Es maravilloso viajar y conocer la cultura de cada lugar.

-Ha llegado a hacer 400 conciertos en un año. ¿Cuál es la recompensa?

--Bueno, eso fue solo un año, pero la recompensa siempre es sentir en cada concierto la felicidad del público. Eso es lo más grande y lo que más me importa. Mis profesores me decían que el público no sabía de música, y eso ha cambiado por completo. El público sabe lo que le gusta.

-¿Cómo cambia el escenario a Ara Malikian? ¿Son dos personas distintas?

--Soy tímido e introvertido, hablo muy poco, no me gusta llamar la atención, pero en el escenario me convierto en otra persona completamente distinta, algo que no acabo de entender, la verdad. No sé muy quien soy de los dos.

-¿Tiene algún significado especial para usted actuar en el Teatro de la Axerquía de Córdoba?

--Sí, muchísimo. Llevo viajando a Córdoba muchos años, me encanta la ciudad, tengo grandes amigos y me hace mucha ilusión hacer este concierto en ese espacio tan bonito. Estoy deseando disfrutarlo.

-¿En qué consistirá el concierto?

--Voy a estar con mi banda y es el mismo de toda la gira, aunque el espectáculo ha ido evolucionando, creciendo, y no tiene nada que ver con el que empezamos haciendo hace un año. En cuanto al repertorio, está centrado en mi último disco, La increíble historia de Violín, con composiciones propias, y luego le añadimos desde Bach a Led Zeppelin o Bowie.

-Siente predilección por tocar ante los niños. ¿Se siente obligado a esta faceta educativa?

--No me siento obligado, es una alegría tocar para los niños porque yo les enseño el amor a la música, melodías que nunca han escuchado, pero yo también aprendo de ellos. Además, tienen un gusto exquisito.

-¿Cree que los artistas pueden influir en la vida de la gente, que deben implicarse en los problemas del mundo?

--Eso sí que lo considero una obligación.