La actriz y cantante Ángela Molina vuelve a encontrarse con la música sobre los escenarios con un singular montaje, Concierto para un olmo, que se pondrá sobre las tablas por primera vez el próximo sábado en el Gran Teatro de Córdoba y en el que comparte protagonismo con el pianista cordobés Pablo Amorós. Ambos, junto a la bailarina Teresa Nieto, se enfrentan a una particular visión del viaje de la vida contado por un olmo, a quien la popular actriz interpreta en medio de los sonidos de las composiciones de autores como Granados, Piazzola y Rachmaninov, entre otros. Cercana y con la tranquilidad que da una vida rica y llena de experiencias, tanto profesionales como personales, habla de este nuevo trabajo y de las cosas «importantes de la vida», a la vez que reconoce que estrenar este espectáculo en Córdoba es un auténtico placer del que quiere disfrutar, además de la Fiesta de los Patios, que no piensa perderse durante su estancia en la ciudad.

-¿En qué consiste ‘Concierto para un olmo’? ¿Qué quiere trasladar este texto?

--Es un concierto para los sentidos, para concedernos otra vez el privilegio de disfrutar de la música de muchos compositores, además del texto de Triana Lorite. Es muy emocionante.

-Solo tres personas en el escenario. ¿Cuál es la misión de cada una de ellas?

-Teresa Nieto representa la danza contemporánea, el maestro Pablo Amorós está al piano y yo interpreto la voz dramática del olmo. Es muy sencillo. Es una especie de triángulo que se convierte en una unidad de expresión y habla de lo que siempre hablamos los seres humanos, de los sentimientos, de la eternidad, de los deseos... De las cuestiones que siempre nos preocupan y que son, generalmente, los motores de la vida, sobre todo, el amor. Por otro lado, es un laberinto de encuentros y desencuentros, escénicamente hablando.

-Se trata de una función muy singular. ¿Ha sido un reto para usted?

--Hace tiempo que tengo claro que la continuidad es un reto, ya no me planteo nada como un reto. Es un montaje especial, sobre todo la ensoñación de hablar desde el corazón de un árbol.

-¿Por qué un olmo?

--El olmo posee muchas semillas, pero no da frutos, aunque tiene otras muchas formas de vivir y de dar, como, por ejemplo, su sombra, o como hogar para muchas aves. En este caso, el olmo se enamora de un peral, del fruto que él no puede tener. Es muy tierno.

-¿Cómo surge la colaboración con el cordobés Pablo Amorós?

--Como casi todo en este trabajo, nos unió esta proposición que nos hicieron a ambos, y así surgió. Es un ser precioso y adorable, muy entrañable y cálido.

-¿Por qué se decidió a hacer este montaje?

--Porque me parecía especialmente difícil y todo un sueño poder dar forma a algo tan diferente.

-¿Por qué vuelve al teatro? ¿Cuánto tiempo lleva sin pisar las tablas?

--No hace tanto que hice César y Cleopatra, y este ha sido el siguiente proyecto. Y como tengo una vida teatral, cada vez que surge, me encuentra.

-Tras el estreno en Córdoba. ¿Habrá gira?

--No. Iremos solo a los festivales. Es un concierto. Es la única obra en la que yo me siento parte del concierto, pero también disfruto de él como si fuera parte del público.

-Hemos conocido su faceta musical, por ejemplo, en ‘Las cosas del querer’. ¿Le hubiera gustado ahondar en esta carrera?

--Estoy siempre vinculada a una misteriosa progresión. Nunca estoy separada de la música, siempre está ahí esa especie de realidad que se va dando con tiempos muy especiales. A lo mejor termino dedicándome a eso. Siempre está latente y tiene su cauce.

-¿Cómo es la música de este singular concierto?

--Los autores que han querido unir Pablo y la directora, Corina Fiorillo, son como los dedos de una mano o las ramas de ese olmo. Son de muy distintas épocas de la música y de la vida, algunos más cercanos, pero todos componen algo que no te permite alejarte del tiempo, crean un presente.

-¿Son piezas reconocibles para el público?

--Sí. Casi todas, salvo algunas que no conocía ni yo y me tienen enamorada, son melodías bellísimas. Creo que el público debe ir a ver esta obra porque es un directo musical y de expresión en el que cabemos todos. Es como despertar la memoria de los pequeños detalles. Algo así como un viaje por nuestra vida.

-Empezó a trabajar con Buñuel y es una de las actrices más representativas de la Transición. ¿En qué ha cambiado el cine en estas últimas décadas?

--En nada. Ha cambiado la historia del hombre en formas, mensajes y realidades, pero el arte del cine es el mismo y siguen emocionando películas de los años cincuenta, sesenta, setenta…. El arte en el cine es un misterio vivo que te atrapa y te sorprende, te habita y es tu memoria. El arte siempre está dentro de las historias que nos vamos trasladando unos a otros en cualquier ámbito.

--En estos momentos, ¿con qué director le gustaría trabajar?

--No es una pregunta que me haya hecho porque estoy tan inmersa en lo que hago que no puedo soñar más allá, pero quizá Miguel del Arco.

-Viene de una saga de artistas, que sus hijos han seguido. ¿Qué le enorgullece más de ellos?

--Ellos son el orgullo de mi corazón, hagan lo que hagan. Y, por ejemplo, en el caso de mi hija Olivia, que ha elegido mi oficio, o mi hijo Antonio, que es músico, lo vivo como señales.

-Cuando echa la vista atrás, ¿de qué se siente más orgullosa y de qué se arrepiente?

--No soy muy de arrepentimientos porque aprendo de todos los errores, pero cuando echo la vista atrás me doy cuenta de que tengo unos frutos maravillosos que son mis nietos. Me tienen enamorada, y lo demás es vida, y ojalá sea muy larga para todos.

-Supongo que ser abuela hace recapacitar sobre el paso del tiempo. ¿Cómo lo lleva una mujer que ha sido una musa de la belleza?

--La belleza, con el tiempo, la ves en los demás, porque en uno, vuela, es la ley de la vida. Pero uno vive viviendo desde otra situación, que es la que vale la pena, que es el agradecimiento por estar aquí. Despedirse de la belleza tampoco tiene tanta importancia porque estamos rodeados del milagro de la vida.

-También se ha implicado, a través de su trabajo, en los problemas políticos y sociales. ¿Cómo está viviendo el mundo últimamente?

--Vivimos momentos muy delicados. En estas cosas, yo confío plenamente en el ser humano, y voy a seguir apostando por la sensatez. Y cuando no sea así, a luchar para que lo que tengamos entre manos sea consecuente con lo que la sociedad necesita.

-Llega a Córdoba en uno de su sus mejores momentos, la Fiesta de los Patios. ¿Piensa disfrutar de ella?

--Por supuesto. Me encanta el Sur y lo conozco como la palma de mi mano, lo llevo en la sangre.