San Fernando (Cádiz), localidad natal de José Monje Cruz, Camarón de la Isla, recordó ayer con emoción y orgullo al cantaor, de cuya muerte se cumplieron ayer 25 años.

La corporación municipal, representantes de su peña, admiradores y vecinos y sus dos hermanas, Isabel y Remedios, participaron por la mañana en una ofrenda floral en el mausoleo que representa al cantaor en el cementerio municipal en el que fue enterrado hace 25 años.

«Hoy es un día en el que sentimos que todos los isleños estamos con Camarón», recordó la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, tras la ofrenda floral.

Un día en el que su localidad natal recordó aquel 2 de julio de 1992 que Camarón de la Isla murió en Barcelona víctima de un cáncer.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, también evocó ayer domingo la figura de José Monje Cruz, Camarón de la Isla, un «genio de la música». Así lo recordó la presidenta andaluza en un comentario que publicó en Twitter, donde definió a Camarón como «andaluz universal, genio de la música y una leyenda por la que no pasa el tiempo».

También se acordó de Camarón el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, quien subrayó igualmente desde Twitter que «su música y su memoria siguen muy vivas».

EN LA VENTA DE VARGAS / José Monje Cruz, Camarón de la Isla, no podría creer hasta dónde ha llegado su fama y la admiración que, 25 años después de su muerte, sigue despertando y haciendo que miles de personas continúen buscando sus huellas y sus recuerdos en los lugares más especiales de su biografía.

«Era muy sencillo», aseguró ayer en una entrevista con Efe Lolo Picardo, gerente de la Venta de Vargas de San Fernando (Cádiz), que fue «una especie de universidad» para Camarón de la Isla.

A esta venta en la que se refugiaba el cante más cabal de Cádiz, acudía de niño para escuchar a sus ídolos y en esta venta forjó su voz, sin saber que se convertiría en uno de los cantaores más grandes de la historia del flamenco, un mito.

Lolo Picardo asegura que «si Camarón viniera ahora no creería hasta dónde ha llegado su fama y su persona».

«HUMILDAD Y SENCILLEZ» / Yo destacaría de él su humildad y su sencillez. Hubo una época en la que los gitanos pedían que tocara a sus hijos, le veían como a un dios. Si un niño se ponía malo venían a que lo tocara. Y él se horrorizaba de eso. Decía: ‘Pero si yo no soy nadie, yo soy un cantaor’».

Repleta de fotografías, recuerdos y obras de arte que le homenajean la Venta de Vargas es, de momento, lo más cercano a un museo del cantaor y como tal se ha convertido en una de las principales referencias para los admiradores que visitan la ciudad en la que nació.