Todo un homenaje al delirio, mediante un juego cinematográfico que bascula entre realidad y ficción, el realizador galo François Ozon intenta introducirnos en la mente del personaje femenino de su historia, una joven que trabajó como modelo y en el aquí y ahora del relato se gana la vida como vigilante de un museo, aunque uno llega a dudar de todo lo que se nos cuenta llegado a un punto el guión (inspirado libremente en una novela de Joyce Carol Oates). El argumento en sí funciona como macguffin, que diría Hitchcock. Y así nos encontramos, en la capa más superficial, que la chica (interpretada por Marine Vacth, perfecta para el papel después de haber protagonizado hace años otra producción de este mismo director: Joven y bonita) entabla relaciones con su psiquiatra, descubriendo algo más adelante --después del correspondiente malentendido-- que su novio tiene un hermano gemelo que, curiosamente, ejerce la misma profesión, acabando en su consulta para continuar tratamiento que cure sus dolores de barriga. Sí, han leído bien, la protagonista visita a psiquiatras para curarse los dolores de vientre que sufre. No es un chiste. Los dos personajes masculinos están interpretados por el mismo actor (como ya ha sucedido en otras películas sobre el doble, recordemos Inseparables de Cronenberg con Jeremy Irons, por ejemplo; aunque la obra de este cineasta puede que se nos venga a la cabeza en más e una ocasión, viendo vísceras y sangre que se nos muestran para gusto de los más morbosos) correspondiendo el honor a Jérémie Renier, que no hace demasiado por diferenciar a un hermano de otro provocando la desesperada reacción y descontrol en su amante... y de algún que otro espectador.

Durante el filme del director de En la casa, que se mueve en los márgenes del surrealismo (podría verse un Buñuel latente, al recuerdo pueden venirse aromas de Belle de jour), se invita a ese estado donde difícilmente se diferencia lo soñado de lo vivido, alejándose con este título de otros de su filmografía y, sobre todo, del anterior: Franz, con el que nada tiene que ver.