STING

LUGAR PLAZA DE TOROS

DIA 12 DE JULIO

Apoteosis final en el cierre del Festival de la Guitarra de Córdoba 2015 con el esperado concierto de Sting, que llegó, vió y venció en un coso de Los Califas reconvertido una vez más en auditorio, con cerco vip.

Con algo de confusión, pese a los horarios anunciados, el público iba llenando albero y tendidos mientras, aun con luz del día, ya estaba Raimundo Amador y su cuadro flamenco en el escenario, baile incluido, para después, ya a lomos de su Gerundina y con parte de la saga Bao de acompañantes, rematar con unas agitadas versiones de Boyeré y Patapalo, de Kiko Veneno. Raimundo, al que cada vez se ve más por Córdoba, es de lo que no hay, un ser especial para cuidar, que se apunta a todo mientras sea música. Lo mismo se le ve agotando las jam sessions de Jazz Café con más vitalidad que nadie, que al lado del Rey del Blues, o como el pasado domingo, de telonero de Sting.

Con puntualidad británica y una audiencia de unas nueve mil personas, salía la estrella a un austero escenario dominado por el color negro y con una sobria pero efectiva iluminación. Nada distraería la atención de lo importante. Lejos queda la imagen de aquel botones barbilampiño con cara de muñeco Chucky que aparecía en Quadrophenia, la emblemática ópera rock de The Who. Sin embargo, hoy en día, a sus 63 años y luciendo barba apostólica, Gordon Matthew Thomas Sumner, Sting, está en plena forma, pletórico de facultades musicales, y parece que también físicas, según los piropos que le dedicaron.

Su voz se mostró intacta en las complicadas tesituras de temas clásicos como Roxanne, y a nivel instrumental, Sting continúa siendo un sólido y musical bajista, columna vertebral de aquellos innovadores ritmos afrosincopados apoyados por el singular Stewart Copeland y aquel particular guitarrista que no les gustó en su día a los Soft Machine, llamado Andy Summers.

En 1977 los tres formaron The Police, para muchos el último de los grandes grupos dinosaurio, con los que crearon escuela y un nuevo e inigualable sonido. De ello se nutrió la mitad del repertorio de la noche, formado por un total de 21 canciones que se cuentan por éxitos de una carrera envidiable.

Tres caballos ganadores sonaron para empezar a despertar el delirio de la mayoría de un público que ya no cumpliría los cuarenta, pero se podía permitir la entrada y las cervezas a 4 y 7 euros: If I Ever Lose My Faith in You, Every Little Thing She Does Is Magic y Englishman in New York . Brotaban las primeras lágrimas de emoción de los entregados desde la primera nota. Más que impecable estuvo la básica, y no por ello escasa, instrumentación que acompañaba al británico.

El gran batería Vinnie Colaiuta, habitual de la formación, estuvo brillante como de costumbre, y descomunal con el doble pedal de bombo en su solo.

Mención especial a la labor del joven violinista Peter Tickell, que consiguió deslumbrar en sus intervenciones. La segunda voz de Jo Lawry arrancó los aplausos del respetable, así como los devaneos jazzísticos del teclado de David Sancious y las medidas y acertadas guitarras de Dominic Miller.

La plaza de toros se levantaba de pleno con los éxitos más rotundos de The Police, como Message In A Bottle, Walking on the Moon, So Lonely, la infantil De Do Do Do - y, por supuesto, Every Breath You Take , coreada hasta la saciedad. Entre ellos sonaban temas de la carrera en solitario de Sting, como Fields of Gold, Heavy Cloud No Rain , e incluso una versión de Ain't No Sunshine , de Bill Withers.

Tras casi dos horas de concierto, fueron requeridos para los bises, que fueron cuatro con final de lujo en el que Sting cambió el bajo por una guitarra para interpretar el esperado Fragile como cierre de una noche de recuerdos y continuidad para un artista único e inconmensurable.