El mundo del flamenco se ha quedado manco, tuerto, mudo. Manolo Sanlúcar, el guitarrista, el compositor, el concertista, el payo con alma de gitano y, hasta el político sereno, ha anunciado su despedida de los escenarios.

Y quiso hacerlo en "un pueblo andaluz", en el marco de la tercera Bienal de Arte Flamenco de Málaga y en un lugar tan especial como la gruta de Nerja, tras su actuación en el Festival Internacional de Música y Danza de la Cueva de Nerja.

Sanlúcar hizo este anuncio sorpresivo --aunque no tanto para su círculo más cercano-- la noche del sábado, en la gruta de Nerja ante el público que había acudido a su interpretación de la versión sinfónica de Medea , obra creada para el Ballet Nacional de España en 1987.

Tras mostrarse visiblemente emocionado mientras el público en pie le tributaba una prolongada ovación al anunciar su adiós, se arrancó a cantar a dúo con una cantaora de su compañía la Canción de Andalucía , que él compuso, y con el acompañamiento de la Sinfónica de Málaga. Se trató de un momento de "pura emoción", ha relatado el director de la tercera Bienal de Flamenco de Málaga, Antonio Roche, presente en el concierto.

Manolo Sanlúcar se dirigió a los 500 asistentes para decirles que le gustaba que su despedida de los escenarios en España haya sido en un pueblo andaluz. El artista tiene comprometidos varios conciertos en el extranjero desde el pasado año y los cumplirá antes de su despedida.

SINFÓNICA DE MÁLAGA // El guitarrista estuvo acompañado en esa última actuación, que se enmarca en la tercera Bienal de Arte Flamenco de Málaga, por la Orquesta Sinfónica Provincial de Málaga, bajo la batuta del director italiano Carlo Palleschi, uno de los más destacados del panorama clásico actual.

Al concierto asistieron varios amigos y la mujer de Sanlúcar, quien contó, entre los integrantes de su compañía, con el joven guitarrista David Carmona. El espectacular espacio de actuaciones del interior de la gruta, lleno tras agotarse las entradas hace varias semanas, sirvió de marco para esta despedida no esperada.

Seguramente, la emoción del adiós fue muy diferente a la que sintió cuando, con apenas 14 años, comenzó a trabajar con las mejores figuras que el flamenco haya dado en nuestro país: La Niña de los Peines, Pepe Pinto y Pepe Marchena, con quien debutó en 1957.

Pero nada de su extraordinaria carrera hubiera pasado, quizá, si Manuel Muñoz Alcón no hubiera nacido en Sanlúcar de Barrameda un 21 de noviembre de 1945. Localidad que derrocha arte por los cuatro costados y donde aprendió a tocar la guitarra junto a su padre, Isidro Muñoz.

Con 27 años, el Ateneo de Madrid lo consagra como guitarrista de concierto, después de llevar años con la inquietud artística que lo lleva a encontrar en los conciertos y la composición su mayor manera de expresarse. Participó en conciertos por todo el mundo antes de iniciar una breve andadura política.

De regreso a la música, el gaditano no ha parado de luchar por causas como que el flamenco ocupe el lugar "que se merece" en los conservatorios de música, por ser la "principal seña de identidad" en la que se reconoce la cultura andaluza.