'El dúo de la Africana'

Autores: Música de M. F. Caballero y libreto de M. Echegaray.

Intérpretes: Domingo Ramos, Rafael Montero, Antonio Garés, Gala Redondo, Concepción Martos, Carlos Castro, Mercedes Tirado y Ricardo Luna.

En la audición: Carmen Buendía (soprano), Francisco Ariza (tenor) y Azahara Urbano (soprano).

Intervienen: Coro de Opera Cajasur y Orquesta del C.S.M.C Rafael Orozco.

Dirección musical: Miguel Romero.

Dirección escénica: Juan Carlos Villanueva.

Lugar: Gran Teatro

Todo está preparado en el foso de la orquesta, los instrumentos ya están afinados, se hace el silencio y surgen los primeros compases del preludio de El dúo de la Africana . Se trata de una zarzuela estrenada en 1893 con música de M. Fernández Caballero y libreto de Miguel Echegaray. Dividida en tres cuadros, esta magnífica pieza cómica narra las peripecias de una compañía de ópera de tres al cuarto que se prepara para estrenar la obra L'Africaine de Giacomo Meyerbeer. Comienzan los ensayos y las audiciones después de que el coro abra la representación con Buenos días, Inocente .

Este personaje es el regidor del teatro, al que literalmente se lo comen los nervios al tener que lidiar con Querubini, el empresario avaro y celoso cuyo credo es ahorrar al máximo y no pagar a nadie. De momento, esto le sale bien, ya que en la compañía trabajan su hija, su esposa y él mismo; todo se complica cuando un tenor joven y rico se ofrece a trabajar gratis porque se ha enamorado de la Antonelli, soprano, sevillana y esposa del empresario. Lo malo es que los enamorados aprovechan cualquier ensayo para abrazarse y hacerse carantoñas, lo que irrita sobremanera a Querubini.

Por fin, el día del estreno. En el camerino, el empresario piensa en el dinero de la entrada y en los posibles cuernos. Su hija, al igual que su esposa, está perdidamente enamorada del tenor, pero a ella le declara su amor el bajo de la compañía. Todo se complica más, si cabe, con la aparición de Doña Serafina, madre del tenor, señora de rancio abolengo y buena fortuna que se empeña en que su hijo no cante. Al final, se levanta el telón en este teatro dentro del teatro; en el dúo, tenor y soprano se abrazan, lo que irrita de tal manera a Querubini que suspende la función. Interviene la autoridad y todo vuelve a su cauce, hasta que ya en un batiburrillo de entradas y salidas de la madre del tenor, del bajo, de la hija, del inspector de policía y de bailarinas en tutú, cae el telón entre los aplausos del público.

Perfecta la orquesta bajo la dirección de Miguel Romero; el Coro de Cajasur, con Irina Trujillo al frente, cumple a la perfección con su cometido; el elenco muestra sus dotes de canto y actorales, si bien con posiciones un tanto estáticas y que en algunas ocasiones deja a faltar un poco de chispa humorística, más vis cómica, que sí se ve más en Doña Serafina, por poner un ejemplo. Por desgracia, un papel excesivamente corto para este gran actor que es Ricardo Luna.

Perfecta la idea de Trápala de acercarse, de la mano de su director, Juan Carlos Villanueva, que repite en el mundo de la lírica, al campo de la zarzuela para mostrar su potencial a un público más joven. Y, por supuesto, un aplauso al IMAE por su apoyo decidido e incondicional, sin el cual no hubiera sido posible este proyecto.