Hay libros que nada más terminar de leerlos se tiene una sola certeza --quizás es la que se debe tener--: la de haberte encontrado con versos que valen la pena. Este es uno de esos libros, en el que hallaremos la poesía de este autor que gusta de ir alternando los poemas de corte más autobiográfico con otros de tipo reflexivo, generalmente hacia el motivo principal de este libro: la muerte. El poema que abre el libro no solo es un anticipo, sino una declaración real de las descargas que se avecinan, de la contundencia y ternura con la que el lenguaje se va a ir mostrando. Se transmite cierto entusiasmo, cierta elocuencia lírica, ese sentir fluido del lenguaje que nos lleva de un punto a otro, con momentos de intensidad, con fuerza que son un golpeo por su contundencia, y por su efectividad, como por ejemplo en Las voces, La muerte , etcétera, etcétera.

Lo onírico participa con un papel relevante en este trazado. Ese juego, ese tratar de mantener el equilibrio entre los planos de la ensoñación (como deseo) y la realidad poética (como proyección material) son una constante visible en este poemario. Planos que, a veces, confluyen en un punto determinado pero que suelen mantener caminos separados, dejando clara constancia de ello: "¿Para qué son los sueños? / Los sueños del viaje no son vida".

Un lenguaje limpio, que construye con esa misma limpieza esa concatenación de imágenes hacia la experiencia de ir descubriendo lo esencial de la existencia, y en ese pulso surge el polo opuesto: la muerte, como elemento esencial y configurador en ese trazado, y sin embargo no deja de ensalzar la vida, la conciencia del instante único aflorando como parte de este entramado en el que la voz nos sumerge con ese aire de reposo, aunque en el fondo se descubra cierta inquietud de quien domina la partida --la parca--, pese a todo.

Mi alma son los seres que he querido , escribe Jesús G. Calderón, y revela esa conjunción del pasado con el presente, ese diálogo entre lo que queda y lo que se consigue recuperar, en una voz que como un estilete marca, define, sugiere.

No doy aún el cielo por perdido , dice John Milton. Pues no den este libro por perdido en ningún momento, porque hay algo de cielo y de infierno en estos poemas que no nos dejarán indiferentes.

'Las visitas de Caronte'. Autor: Jesús García Calderón. Edita: La isla de Siltolá. Sevilla, 2014