Hay un salto cualitativo entre el primer libro de Rafael Suárez Plácido y esta segunda entrega. Como punto de partida, ya nos predispone, positivamente, hacia el poemario, ver de qué es capaz esta voz en los nuevos poemas que nos deja. Simular no es fingir, no hallaremos aquí ningún simulacro que desoriente, que confunda, sino una apuesta personal por un mundo y unas claves que huyen del silencio. El sujeto poético, en esa andadura emocional entre lo vivido y el presente que rememora instantes elegidos como parte de un todo, va proponiendo y disponiendo ese recordatorio, ese ir hacia atrás de forma fluida, sin adivinar el futuro ni atisbar aún el presente: " No sé si lo que hoy es verdad, incuestionable verdad, lo será también mañana".

La mirada, con esa duda permanente --vital para mantenernos en vilo-- pronto nos pone de su lado, resultando fácil dejarnos llevar por un tono directo, emotivo, con una narratividad que encuentra al lector sin brusquedad, hacia ese estado que el poema va creando, y en el que se espera salte alguna chispa que termine por incendiarlo.

Uno de los puntos clave es esa narratividad, esa disposición del discurso poético que requiere de cierta contención, de un equilibrio que no desestabilice la balanza hacia zonas en las que lo explícito no deje lugar a otros espacios para la sugerencia, para lo que se pueda interpretar.

El autor parece haber encontrado una línea desde la que contar y cantar todo eso que se esconde debajo de la superficie cotidiana, en la zona de la memoria que siempre nos reserva algo. Es posible que al mantener un cierto nivel de trascendencia en el discurso, de intensidad, no todos los poemas tengan el mismo peso que el resto, pero este hecho no hace que el conjunto pierda heterogeneidad ni decaiga el interés ni la intensidad.

La contemplación permanente en la que el sujeto se mueve permite la reflexión primera, la hondura después de cada verso, ese entrar en una vida que es la auténtica vida, no la que se lleva todos los días, sino la que hay debajo, esa que la voz de la conciencia hace aflorar sin esconder todos esos matices que pueden enriquecer el texto, darle pulso, mostrándonos esa visión, herida continuamente por las vivencias y las situaciones.

Simulacro merece una lectura, una poesía sin concesiones, tendente a lo narrativo, dibujando los perfiles inexactos que este tono reflexivo, en continuo viaje hacia atrás, modela para nosotros.

'Simulacro'. Autor: Rafael Suárez Plácido. Edita: La isla de Siltolá. Sevilla, 2013