Juan Cobos Wilkins es uno de esos autores (que por desgracia escasean) que demuestra su brillantez en cualquiera de los géneros que aborda, sabiendo combinar lo mejor de cada uno para conformar relatos, poemas o novelas gozosas, emocionantes, que no se entretienen en lo superfluo, que convocan diferentes tonos e interpretaciones en unas cuantas palabras, que dan plena libertad a un lector que, inevitablemente, deviene en cómplice.

Con su facilidad para seguir la senda de lo que Alejo Carpentier denominó "lo real maravilloso" (recuérdese especialmente esa belleza titulada Mientras tuvimos alas ), el onubense parte en Pan y cielo (Ediciones de La Isla de Siltolá) de un suceso real que podría atribuirse a su fecunda imaginación, esa que le permite combinar el mejor costumbrismo (el que capta el sentir de una época, el que se define a través de tradiciones, personas, rituales sociales, manera de expresarse) con dos narradores que sólo podemos calificar como "de altura" (aunque sólo sea por el lugar en que están reunidos: una sala celestial en la que esperan ser recibidos por Yo Soy el que Soy): san Antonio Abad y san Sebastián.

El primero ha sido convocado por su afiliación al sindicato UGT, hecho que tuvo lugar en 1932 en la localidad de Trigueros (Huelva), sorteando así el escollo que suponía la entonces vigente Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, para poder celebrar las tradicionales "tiradas" de alimentos con que los habitantes del lugar agradecen los dones recibidos mientras se lleva al santo en procesión (he ahí el pan y el cielo del título). Pero san Antonio no tiene muy claro cómo explicar las cosas a su jefe supremo y pide ayuda a san Sebastián (quien debe rendir cuentas asimismo por su conversión en icono gay --el tiempo tal y como lo medimos no existe en aquellas cumbres--), manteniendo un diálogo muy ágil, una conversación desopilante y llena de ironía que va apostillando el texto que ambos pergeñan, es decir, la propia novela.

Juan Cobos Wilkins maneja diferentes registros que encajan a la perfección, levantando un edificio literario muy bien cimentado al que no se le notan los remaches puesto que se impone su sabiduría relatora, su capacidad para encandilar e hipnotizar al lector, su tiento para que cada pieza caiga en el momento preciso y provoque el movimiento de la siguiente.

Como si fuesen dioses griegos que intervienen en el desarrollo de la tragedia o incluso aquellos abuelos sardónicos y punzantes que comentaban desde su palco todo lo que sucedía en el show de los Teleñecos, san Antonio Abad y san Sebastián --ángeles fieramente humanos que diría Blas de Otero, precisamente por eso aún más admirables y queribles-- van desgranando cuanto acontece en ese microcosmos que es Trigueros, un lugar con algunos personajes inolvidables (donde se impone "María España o España María o España solo, esposa de Cipriano, hermana de Palmira, tía de Virginia (...) y dueña de la lora doña Francisquita"), narradores a los que presta su prosa cuidada y equilibrada (sin dejarse llevar, nunca mejor dicho, por tentaciones que conviertan la novela en algo grotesco o absurdo) un escritor transgresor y renovador que huye de lo pretencioso para inyectar un buen puñado de sonrisas (y alguna carcajada).

'Pan y cielo'. Autor: Juan Cobos Wilkins. Edita: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015