Revolucio- nario pero no violento, republicano pero no antimonárqui-co, simpatizante del anarquismo pero siempre sometido a la férula del orden social, José Luis Sampedro ha sido un referente de la ética en un país que tiene mucho que aprender de los pocos grandes hombres que no han de ser olvidados. Profesor, economista y narrador, un poderoso talante humanista ha empapado todas las acciones de este combatiente pacífico, cada una de las líneas de su inmarcesible obra. Discreto hasta la muerte, ha compartido el dolor de los débiles y reivindicado el valor de la palabra como medio inequívoco de entendimiento y concordia. No se arredró ante el poder ni dudó en salir a la calle para defender la dignidad de los indignados y apoyar el clamor de los clamorosos. Su delgadez quijotesca destilaba el aroma de un espíritu irreductible que ha sido y es ejemplo de franca humanidad.