Ana Rossetti, una de las más destacadas escritoras actuales, Medalla de Plata de Andalucía, acaba de publicar un nuevo libro de narrativa: Cuentos apropiados (Ediciones En Huida). En él resuena la rica tradición cultural de los cuentos de hadas en una obra que la autora dirige al público en general, según reza el subtítulo.

Juega, a través de la dilogía, con el doble sentido del adjetivo "apropiados" (adecuados / tomados para sí), para quedarse con los dos significados a la vez. Son los cuentos que nos contaron y que seguimos contando, ahora inmersos en contextos culturales y sociales que muy poco tienen que ver con los escenarios de Perrault, en el siglo XVII, o de los hermanos Grimm en el XIX. La posmodernidad, que nos embarga con tantas incertidumbres, también afecta a los cuentos y esta obra es buena prueba de ello. Por otra parte, no oculta sus fuentes, sino que las pregona de una manera clara y directa en las últimas páginas del libro. Allí aparece un mosaico de referentes de la literatura oral y escrita, del cine, junto a una cita de Julia Kristeva que nos remite al concepto de intertextualidad, tan fructífero en el análisis de la literatura y muy en particular en la disección de los textos posmodernos.

En efecto, como escritora de su tiempo, Rossetti se inserta plenamente en los parámetros con los que la posmodernidad, con sus hibridaciones, zarandea a los individuos e impregna los textos. Lo antiguo y lo nuevo, el fragmento o el disfraz, la ironía y la parodia ofrecen un entramado que, en el caso de Cuentos apropiados , es capaz de elaborar nuevos productos en los que no se esconden los nutrientes ni la fuentes en las que se ha bebido, sino que, por el contrario, se asumen y ello se convierte en homenaje.

Existe una larga tradición de reescrituras de cuentos tradicionales, muy especialmente en el siglo XX. Baste recordar los trabajos de Roald Dahl en Cuentos en verso para niños perversos o los dos volúmenes de James Finn Garner dedicados a glosar los cuentos de siempre en una versión "políticamente correcta". Sin olvidar la reivindicativa La Cenicienta que no quería comer perdices , de Nunila López y Myriam Cameros. En esta tradición se insertan las cuatro historias que componen el presente volumen. Son cuentos que apelan a un lector cómplice, capaz de interpretar los guiños intertextuales y de ir mucho más allá en el acercamiento a los temas literarios.

La revisión de patrones caducos de la ideología patriarcal aparece a lo largo de toda la obra. Porque en los cuentos, como en cualquier texto literario, la ideología está presente como uno de los elementos que sustentan el conjunto, de manera que su carácter histórico permite interpretar las visiones del mundo. Con estas dos claves interpretativas, indisolublemente unidas, nos acercamos a las historias que nos propone Ana Rossetti en este libro.

En tanto que relatos que apelan a hipotextos conocidos: La Cenicienta, la Sirenita, la princesa y el guisante, dialogan tanto con los valores establecidos históricamente en ellos como con la sociedad contemporánea. Son reescrituras. La postura de Rossetti es clara al respecto, cuando afirma: "La historia de la literatura nos ofrece claros ejemplos de que todo texto está construido mediante la apropiación, la trasposición, las citas, las referencias y los préstamos de otras obras formando un mosaico" (p. 289). Así reflexiona la autora en el paratexto que aparece al final de la obra, titulado Apropiación debida , en clara respuesta dialógica al título. Supone un texto de gran valor para conocer la intención comunicativa y la postura ideológica en la que se sitúa Rossetti: la de la lectora que "confiesa que ha leído" (guiño intertextual a Pablo Neruda), que ha disfrutado con la lectura y que con esos nutrientes es capaz de confeccionar una obra personal.

Constituye esta obra una muestra de reactualización de la tradición literaria capaz de ofrecer perspectivas insólitas sobre temas que resuenan en la mente de todos. Al avanzar en sus páginas se va modificando nuestra hipótesis de lectura y reconocemos las estrategias narrativas sobre las que Rossetti cimenta sabiamente sus relatos. La ironía junto con la revisión de estereotipos constituyen uno de sus puntales. Así justifica el que una de las protagonistas no vaya a la fiesta en carroza, sino en vespino: "Lo he despojado de todo elemento mágico, para que, dada la época, no fuera a confundirse lo portentoso con lo lisérgico" (p. 290).

El cuento sale del entorno rural con una madrastra y unas hermanastras más cerca de Christian Dior que de la bruja del bosque: "La nueva madre tenía una galería de arte y las hermanas, Suzie y Duzie, que eran mellizas, trabajaban de azafatas en una línea aérea internacional" (p. 19). Por otra parte, el príncipe no es de los que llevan corona por herencia, sino que es un príncipe posmoderno, forjado en la televisión y en el papel couché, con lo cual es manifiesta tanto la revisión de mitos como la crítica social hacia lo vacuo y lo manipulador: "Anunciarían que el famoso buscaba novia. Una cadena de televisión costearía tres macrofiestas para hacer un programa especial" (p. 46).

Tampoco, en este terreno, faltan las críticas hacia la tiranía estética que sufren las mujeres y que también comienza a afectar a los hombres: "No bajaban a cenar siquiera por si aumentaban un centímetro y los vestidos, en el último momento, no les entraban" (p. 47). Cindy --trasunto de Cinderella-- va a la universidad, como corresponde a su época, pertenece a una oenegé, reparte octavillas, recoge firmas y participa en manifestaciones contra "algunas fiestas populares" (p. 71) cuya referencia antitaurina interpretarán fácilmente los lectores contemporáneos.

La crítica social está presente en una parodia que recuerda al esperpento o al "vuelva usted mañana" de Mariano José de Larra. Se trata de una escena hilarante (p. 117) en la que un personaje llama al Ayuntamiento y tiene que soportar lo que cualquiera de nosotros puede suponer: primero que comunique sin parar, segundo que te pongan una musiquita capaz de destrozar los nervios al más templado y por último que te digan que no es de su competencia, por lo que te piden que llames a otra extensión para volver a comenzar un círculo vicioso de todos los demonios.

La ironía y la reflexión metaliteraria se unen en el apelativo con el que conocemos al protagonista del segundo cuento: "el Presunto Autor", que aparece escrito con mayúscula otorgándole así el estatus de nombre y apellido, para mayor ridiculización. La parodia conforma la materia narrativa de este cuento titulado Se busca princesa , en el que asistimos a situaciones hilarantes en las que no está ausente la crítica social ni literaria: los cenáculos, el café o las tertulias, los adelantos editoriales para escribir una obra sublime aparecen disminuidos por sus connotaciones paródicas. Allí se reúne la tertulia de los "Suspirantes", "compuesta por artistas en paro".

Cuentos apropiados constituye un universo narrativo plenamente inserto en nuestra contemporaneidad, donde se imponen nuevos escenarios como los de Internet o la publicidad, los blogs o Twitter y en los que la metaficción está muy presente.

'Cuentos apropiados (para el público en general)'. Autora: Ana Rossetti. Editorial: Ediciones En Huida. Sevilla, 2014