‘Antes que el tiempo fuera’. Autora: Juana Castro. Editorial: Hiperión. Madrid, 2018.

Regresar al origen. Volver a un tiempo previo a la historia. Recuperar la palabra primitiva, despojada de cualquier connotación de tipo social, ideológico, cultural o histórico, convencida de que tan solo un vocabulario germinal, libre de los excesos verbales y nacido del interior del propio ser que lo genera, podrá nombrar de un modo distinto las cosas y, por tanto, crearlas. Tornar a la época inaugural, en la que solo existía una deidad femenina, anterior a las divinidades patriarcales de las tres grandes religiones monoteístas, la Gran Diosa o Gran Madre. Reingresar en un mundo edénico, donde la naturaleza y el propio cuerpo femenino se confunden a través del símbolo de «un fósil llamado Amaltheus, un cefalópodo gigante parecido al caracol» que habitó en los mares de los que emergieron Los Pedroches hace unos cuatrocientos millones de años...

El hallazgo de esta huella de vida en la piedra es el cable sobre el que Juana Castro vuelve a suspenderse, sin red protectora, para asomarse al abismo y sondear las preguntas que dan sentido a una existencia particular y a los vínculos que un yo, irrenunciablemente femenino, establece con la sociedad en que vive. La evidencia de este atávico proceso de introspección y, al mismo tiempo, de indagación en las entrañas del paisaje rural de la infancia -territorio emocional explorado por primera vez en Fisterra-, del que regresa indemne es, haciendo suyo un verso de Fina García Marruz, Antes que el tiempo fuera (Hiperión, 2018), poemario que le ha valido el XXV Premio de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina.

LA FIGURA FEMENINA

«Amaltheus», palabra de género masculino que es usada en femenino, supone una revisión del mito del origen -como ya se plantease en Narcisia-, con la intención de poner de manifiesto la importancia de la mujer en las sociedades ancestrales. La tribu se estructura en torno a la figura femenina, que es quien da sentido a la familia, al hogar y a las relaciones de este núcleo con el resto del mundo. Así, en una nueva reformulación de la deidad primigenia, deviene «Mamá Amaltheus», con quien la poeta jarota establece un fértil diálogo, que actúa como cauce intermitente por el que discurre el libro. La fuerza telúrica del amonites radica en su propia identidad de madre, hija y abuela al mismo tiempo («fuiste madre, y fuiste hija, pero solo/mucho tiempo después de ser madre»). Esta conversación entre los eslabones de una cadena, en la que ella se inserta como mujer, de la que se nutre y a la que sirve de alimento, es la reconstrucción de una genealogía femenina, donde se confunden pasado, presente y, sobre todo, futuro, amalgamando todos los tiempos. Y, así, su voz se convierte en el eco solidario de todas las mujeres.

Pero el simbolismo del fósil no se agota aquí. Además de representar, siguiendo la nota preliminar de la autora, «la fragilidad tanto como la vejez» («la fósil,/la más vieja,/renqueando en la noche primera de los mundos»), es memoria («En algún lugar de la memoria./Una niña, cristal, junio de otra».), es dolor («A la abuela amonnites no le caben/ya más pesares ni congojas»), es fuerza («De la mano, Amaltheus,/abre cercas y retira/alambradas».), es herida («sangrando/más sangrando,/con la herida/viva viva,/manando sin parar/manando sin parar»), es resistencia («Alguien que frota desesperadamente dos astillas/para inventar el fuego,/que sorbe hojas con rocío/mientras excava un pozo entre las uñas».) y, sobre todo, es amor («esta madre no sabe más amar») y vida en la inmensidad de su pequeñez («Su pequeñez de cueva rediviva»).

Para resemantizar la palabra y que inaugure el mundo, la poeta experimenta con el lenguaje, con el metro y con la sintaxis, buscando una sonoridad insólita, en la que se combinan la materia fónica de las palabras, los silencios, las pausas, los jadeos, los gritos, los desgarros, los susurros...

Antes que el tiempo fuera plantea, pues, muchas de las claves y temáticas que han singularizado la obra de Castro dentro de la poesía española: el asombro ante la vida, el amor por la naturaleza, el compromiso con la configuración de una identidad femenina, la solidaridad con el otro, la experimentación con el lenguaje y el metro, el eclecticismo, que la ha llevado a abrazar y aunar distintas tendencias... Las mismas, pero inéditas, destiladas por la sabiduría que otorga la intensidad de la vida -heridas y felicidad, amor y dolor- y las lecturas.