Esta Navidad pediré a los Reyes Magos un móvil de última generación. Dedicaré ratos a ver los whatsapps que me mandan, a fomentar mi incomunicación y, en definitiva, a perder el tiempo.

El individualismo y la carencia de capacidad crítica en los tiempos que corren quizá van paralelos, en su progresión, a los avances tecnológicos que nos invaden y, por supuesto, a no utilizarlos de una manera lógica y coherente, como debería ser. Me encierro en cuatro paredes, mis compañeros desconocen mis entradas y salidas, mis sentimientos, mi vida. La única señal que me une al mundo exterior es el último mensaje que he mandado a mi "amigo" de turno. Puedo morirme tranquilamente. Nada ni nadie tendrá constancia de ello.

Ante esta reflexión, he cambiado de parecer, me quedaré sin móvil, demandaré a los Reyes Magos amigos, charlas, paseos, VIDA... y, si quieren, un poquito de dulce carbón.