Se me ha muerto como del rayo Rafael de Cózar, con quien tanto quería. No encuentro una frase más certera para expresar el dolor del alma ante el amigo muerto, quizás porque me siento filialmente aliado con el Miguel Hernández de una época intemporal en que la exigencia de la justicia, la paz y los derechos humanos sigue siendo un compromiso inalienable. Rafael de Cózar presidió la Sección Andaluza de la Asociación Colegial de Escritores de España durante veinte años (1982-2002) y en todo ese tiempo su labor nos remite a un denodado esfuerzo por acercar a las instituciones oficiales el mester solitario y callado de los escritores andaluces, siempre tablas frágiles de un fatal naufragio en el mar tempestuoso de la cultura. Más allá de su obra, original y vanguardista, nos queda la memoria vital de un hombre libre y, a su modo, bueno, iluminado siempre por la leve sonrisa y el apacible don de la palabra.