Con los finalistas del XXIV Premio Andalucía de la Crítica en las modalidades de novela, poesía y relatos se reconocen las obras de los autores andaluces que destacan por sus valores literarios. A lo largo de estos años este premio lo han obtenido escritores como Pablo García Baena o Caballero Bonald..., pero también escritoras como María Victoria Atencia, Chantal Maillard, Eva Díaz Pérez, María Rosal, Rosa Romojaro, Mari Luz Escribano, Aurora Luque y escritores desconocidos en su momento que, gracias a este, tuvieron un importante aldabonazo como Antonio Soler, Isaac Rosa, Manuel Talens... No tiene dotación económica, pero se entrega una escultura de la escultora cordobesa Marta Campos.

En poesía conviven este año autores muy reconocidos, como Antonio Carvajal o García Montero, con las obras respectivas Antorchas del solsticio y A puerta cerrada, con jóvenes de tan solo veintidós años, como Jorge Villalobos, que ha publicado La ceniza de tu nombre, una hermosa elegía. Hay también algunas autoras con una larga trayectoria, como la granadina Encarna León, con Rumor de oleajes, un poemario donde la humanidad y el paisaje se integran en armonía; o la giennense Mónica Doña, con un título tan cinematográfico como ¿Quién teme a Thelma & Louis?; poeta y cantautora que fue incluida en la Primera antología de cantautores andaluces junto a Joaquín Sabina, Carlos Cano y Javier Ruibal. Pero también existen autores que tienen una larga trayectoria, como el gaditano José Ramón Ripoll, director de la revista Atlántica de poesía, con la obra La lengua de los otros, en la tradición del simbolismo y la realidad con sus manifestaciones.

Labor de difusión cultural que lo asimila a José Antonio Mesa Toré, director del Centro Generación del 27, cuyo poemario Exceso de buen tiempo interpreta los hechos de su vida a través de la simbología del día a día. En este recorrido por diversas sensibilidades y provincias, Letra y nube del cordobés Juan Antonio Bernier, director de Cosmopoética hace unos años, es otra de las obras que recupera la naturaleza y su permanente plasticidad desde la síntesis.

Antonio Praena, con Historia de un alma, es uno de los poetas que está teniendo una enorme proyección dese el accésit del Adonáis. Con esta obra crea un nuevo punto de vista en torno a la realidad, ofrecido por un personaje de clase alta e influyente. Llama también la atención Javier Bozalongo con Todas las lluvias son la misma tormenta, donde se alía lo vivido con lo soñado con un lenguaje directo donde la cotidianidad está también presente. Se trata de un conjunto de obras que ofrecen una heterodoxia evidente y auguran un extraordinario recorrido de una lírica que siempre ha sido considerada, desde Juan Ramón Jiménez, como la más importante que se escribe en el país.

En las novelas seleccionadas quizá lo más llamativo es la presencia de obras que implican un recorrido histórico. Así sucede en la obra de Salvador Compán, El hoy es malo pero el mañana es mío, donde la reconstrucción de la memoria de un perdedor y su entorno artístico es determinante. No lejos se encuentran El relojero de la Puerta del Sol, de Emilio Lara, que nos compone la historia de este español que se afincaría en Londres y sería uno de los relojeros más importantes de la época; pero también Un espía en la trinchera, de Enrique Bocanegra, donde nos habla de uno de los espías dobles más importantes del siglo XX y cuya reconstrucción nos permite avanzar en el conocimiento de la historia europea. A veces la historia se presenta también en forma de una amplia aventura en La Andaluciada. Epopeya de Andalucía, de Rafael Raya Rasero, que Sánchez Dragó saludaba como hercúlea y cosmopolita. Cine Aliatar, de José María Pérez Zúñiga, es una obra que aúna la reconstrucción sentimental al tiempo que la histórica en una Granada en transición. Y Quico Chirino, con A la izquierda del padre, incide en torno a la investigación criminal y el chabolismo.

Los relatos están representados en las obras de Ramón Reig No me lo puedo creer; Carlos Frontera, Andar sin ruido; Javier Vela, con Pequeñas sediciones; Alejandro Pedregosa, con O, y Manuel Francisco Reina, con Las gatas lectoras y otros cuentos gatunos, que van desde la deformación caricaturesca de la realidad, la reconstrucción de historias antiguas transformadas, la ironía y el sarcasmo como determinantes de un mundo a construir y la referencia a mitos y fabularios clásicos que permiten adentrarnos en historias familiares o en el imaginario de cada autor.