No me avergüenzo si reconozco que acudo casi todas las semanas al poema de Parménides. Escrito en hexámetros traslada iluminación, a pesar de su oscuridad; tránsito, a pesar de su ambigüedad; es didáctico, por encima de su inopinable sentido. Parménides niega el tiempo, el vacío y la pluralidad, pero argumenta en ello. La Vía de la Opinión se confabula con la Vía de la Verdad para resultar creadoras. De él aprendí el perpetuo presente, la negación del pasado y del futuro, el "no" que antecede a los poetas o a cualquier otro sustantivo inclasificable. Dice Parménides: "Mira firmemente a las cosas que, aunque lejos, están, sin embargo, presentes a tu mente". Leí a Homero gracias a Parménides, y a Parménides gracias a Homero. Muchos días, con el libro Sobre la naturaleza entre las manos, me pregunto si lo que nos ha llegado a través de Platón, de Sexto Empírico, de Proclo o de Plotino, lo escribió realmente el hijo de Pires, este filósofo de Elea que contemplaba la naturaleza. Los sensibles siempre serán opuestos, o los opuestos sensibles. "Todo lo que existe posee un cierto conocimiento". Y entonces tomo un libro contemporáneo y me pregunto: ¿Dónde está el conocimiento? El conocimiento nunca será su conocimiento. En la actualidad, cuando hablo de Parménides, repiten el nombre con duda, sin convicción, sin percepción ni pensamiento, sin memoria y sin olvido. En la actualidad hay deficiencias aunque: "Te revelo el orden de todas las cosas verosímiles, para que nunca te aventaje ninguna opinión de los mortales."

Parménides es órfico, telúrico, y diría que ilimitado. También su cosmología es un conjunto de doctrinas. Pero ¿existió realmente Parménides? Hay un diálogo de Platón con su nombre, pero aunque amo irremediablemente a Platón también dudo de su existencia.