El Ayuntamiento y la Real Academia de Córdoba acaban de conmemorar la figura y la obra de José María Ortiz Juárez, de quien recordamos en 2015 el centenario de su nacimiento. Góngora, a quien todos nos debemos, le debe a Ortiz Juárez el haber mantenido luciente y flagrante la llama de sus versos. A sus cualidades señeras de docente infatigable, investigador prolífico y orador mesurado, se sumaba una inmarcesible devoción por la Academia, en cuyo seno fundó el Instituto de Estudios Gongorinos. Eminente sabedor de nuestros clásicos, este afán lo convirtió en un avezado degustador de la poesía, labor que alternaba con el artículo periodístico y la pasión por la historia. Decía Francis Bacon que un hombre no es más que lo que sabe pero, en el caso de don José María, el saber se forjaba en el crisol de otras muchas virtudes, tantas que su memoria seguirá siempre viva entre las calles y las gentes de Córdoba.