Escribo este comentario sobre el volumen Libre de la tormenta , de Javier Sánchez Menéndez, con la confianza crítica que da el hecho de haberlo leído de cabo a rabo y de haber llegado a la conclusión de que su temática y estilo continúan la de los precedentes La vida alrededor (2010) y Teoría de las inclinaciones (2012), con los que este --a falta de que se publiquen otros siete ya proyectados-- va a formar parte para constituir el conjunto total denominado Fábula . Lo cierto es que en su intención esta entrega de 2013 le sirve al autor para reforzar y argumentar su planteamiento personal de vivir a diario en connivencia con la palabra y la creación, algo que ya encontramos declarado en su primera línea, que debemos entender como rectora de cuanto le sigue: "La poesía por encima de dios, del amor y de la propia vida (...)", por lo que no hay duda de que este libro va "en la búsqueda de esa verdad".

Con frases normalmente breves, oraciones cortas, los capítulos --que van sin título y solamente numerados-- avanzan reflejando la misma mezcolanza y caos cotidianos, aludiendo igual al desaliento ("A veces hay motivos para ni peinarnos") que a los recuerdos, el mundo imaginario, las anécdotas de viajes o la íntima experiencia de la lectura ("Prefiero la lectura a la escritura"). Sin duda, Sánchez Menéndez es un lector empedernido que aprovecha su pensamiento para mostrar sus preferencias literarias --fundamental es la referida a Nicanor Parra-- y sus puntos de vista sobre la poesía y la crítica actual, que de alguna forma ya estaban formulados en Teoría de las inclinaciones . Insiste ahora el autor en la importancia de la lírica de los años cincuenta pasados ("Cuando el cincuenta descansó, la poesía española entró en el más absoluto barbecho") y asimismo en la tozudez de los malos poetas, los aprovechados: "No tienes que acercarte, los hueles". Igualmente, confirma que sigue aferrado a su idea de que en la actualidad no se hace buena poesía aunque se ganen premios, se hagan lecturas y se publiquen obras, porque estas carecen "de arte, sin esencia, sin versos, sin poesía". En su pensamiento todo tiende a adquirir vida o vibración: la naturaleza, la soledad, la imaginación, el espacio, las ciudades, la amistad, la incredulidad... Pero en realidad puede decirse que, en el contexto vital del autor, todo ello son camuflajes tras los que se oculta su verdadera pasión, la literatura: "Quiero morirme solo, entre libros y versos". Nada ha de extrañarnos, por tanto, que el capítulo Setenta y cinco se llene, exclusivamente, con esta afirmación: "A las cosas que ocurren en la vida suelo aplicarles el verso".

'Libre de la tormenta'. Autor: Javier Sánchez Menéndez. Edita: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2013.