Al final de la primera de las tres historias que componen Fama y memoria del «Gafas» Cerezo, puede leerse, en buena prosa castellano-montillana: «Si algún día, cuando yo no esté, alguien leyera lo que yo escribí pensando en los que ya no están, todo tendrá sentido». Me parece que en esta frase se condensa una parte importante de la intención, que yo definiría como «trascendental», de este gran pequeño libro: trascender la muerte a través de la memoria y la merecida «fama culta, manriqueña». Para Ponferrada, la escritura es -o puede ser- una cadena que no apresa sino que constituye el vínculo entre las generaciones de los hombres («como las hojas», según el bueno de Homero).

«Lo que [yo] escribí pensando», nos dice Ponferrada. Y no es un gesto cualquiera. Si José Antonio comienza citando a Manrique, a mí me gustaría traer aquí ahora un poema del genial argentino Roberto Juarroz. Seguro que cuando lo lean entenderán por qué:

«Pienso que en este momento / tal vez nadie en el universo piensa en mí, / que sólo yo me pienso, / y si ahora muriese, / nadie, ni yo, me pensaría. // Y aquí empieza el abismo, / como cuando me duermo. / Soy mi propio sostén y me lo quito. / Contribuyo a tapizar de ausencia todo. // Tal vez sea por esto / que pensar en un hombre / se parece a salvarlo».

El autor ha pensado en un hombre, concretamente en Rafael Cerezo, apodado el «Gafas». No un santo ni un conquistador (aunque esto podría discutirse), sino un ser cercano, peculiar a su modo, nacido en una pequeña ciudad del sur de España. La escritura pulcra y muy consciente de sí misma de Ponferrada transforma a su antepasado, más que en un personaje literario, en un «lar» familiar, en el sentido que otorgaba a esta palabra la mitología romana.

José Antonio siempre se ha interesado como escritor por las «elementales cosas», aquellas, quizás, a las que quería volver Góngora en el célebre poema de Borges: «el agua, el pan, un cántaro, unas rosas». Alguien tiene que hacerlo. Y creo que ya casi nadie duda de que en un mundo que se esfuerza por borrar sus contornos y eliminar los matices, el regreso a lo pequeño (el pueblo, la costumbre, el chascarrillo, la anécdota, el hecho curioso), a lo aparentemente intranscendente para la Historia con mayúsculas, resulta esencial. Cuando el autor «salva» a su tío está en realidad salvando a toda la humanidad. El poeta metafísico inglés John Donne, en su poema Las campanas doblan por ti, lo expresa con total claridad: «Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo; cada hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto».

Esta atención tan propia de los Ponferrada (no sólo del hijo) a lo aparentemente menor es de suma importancia. Sin el trabajo de eruditos como ellos la nitidez del mosaico de la historia quedaría disminuida. José Antonio demuestra con esta obrita (y con todas las suyas) su capacidad para consagrarse a la perfección de una pequeña tesela (o de un píxel, si pretendiéramos parecer actuales). Lo que no todos saben es que, si miramos de cerca esa pequeña tesela, podremos observar, milagrosamente, el mosaico completo.

Algo de mosaico y de teselas hay en el siguiente poema del poeta norteamericano William Carlos Williams, el último que mencionaré. Pertenece a su libro Paterson, muy de moda en estos días gracias a la reciente película de Jim Jarmusch, del mismo título. En este poemario, dedicado a su localidad natal, Williams insiste en su búsqueda de lo que denominó el «idioma americano». Según Daniel Saldaña, «en algún punto, Williams se dio cuenta de que, al escribir un poema sobre Paterson, contribuía y pasaba a formar parte de la historia espiritual de la localidad». ¿No podría decirse lo mismo de José Antonio Ponferrada en relación a Montilla? ¿Acaso él no persigue lo que podríamos denominar «el idioma montillano»? Imaginemos que estos paralelismos son posibles. El poema elegido, en mi modesta opinión, podría servir de síntesis de este magnífico libro:

«:un orgullo local; primavera, verano, otoño y el mar; una confesión; una canasta; una columna; una respuesta al Griego y al Latín con las manos abiertas; una reunión; una celebración; // en términos diferenciados; a través de lo múltiple, una reducción a la unidad; audacia, una cascada; nubes disueltas en una salida arenosa, una pausa reforzada; // obligada; una identificación y un plan de acción para suplantar un plan de acción; un menguar; una dispersión y una metamorfosis».

‘Fama y memoria del «Gafas» Cerezo (y dos historias más)’. Autor: José Antonio Ponferrada. Edita: Wichus creativos. Montilla, 2017