Decir Javier Lostalé es decir todo lo que significa de excelencia la poesía. ¿Quien no conoce a Javier Lostalé...? Más de treinta años en la radio difundiéndola apasionadamente con esa voz inconfundible que subyuga, diga lo que diga, y lo mejor es que siempre habla preciso, profundo y con tonalidades evocadoras. En definitiva, nuestro poeta emblemático, que lleva, a día de hoy, cerca de cuarenta años en RNE, fue premiado por su excelente labor con el Premio Nacional de Fomento a la Lectura. Javier Lostalé ha escrito varios poemarios y recibido premios, aunque eso es lo de menos. Destacaremos algunos libros poéticos, como Jimmy Jimmy , el primero que publicó con críticas estupendas (1976), Figura en el paseo marítimo, Hondo es el resplandor, La estación azul (Premio Francisco de Quevedo), que dio nombre al programa de poesía de RNE, Tormenta transparente ... Su poesía fue resumida en 2002 con el título La rosa inclinada y sus reflexiones sobre la lectura tienen el título de Quien lee vive más.

--Si hay un tema que destaque sobre todos en el poemario El pulso de las nubes es el de la soledad.

--Todo el libro está habitado por la ausencia, que es una forma de soledad llena, permíteme la expresión, porque todo lo perdido o lo nunca conquistado respira, tiene pulso. La ausencia se torna una intimidad con tanta temperatura que de algún modo se abraza a lo inexistente.

--El libro se abre con un poema que yo calificaría de duro, como si el sujeto poético desapareciera en los otros. Dices (...) "No es tuya la luz de tus ojos/ sino el humo destilado/ de cuantos en su mirada te recibieron/ sin mapas ni fronteras. Y cuando hablas,/ sabes/ que esa íntima lunación solitaria que te acompaña/ tampoco es tuya,/ sino el olvidado sueño de otros/ dentro de ti."

--El primer poema, titulado Toda la vida... , tiene un tono confesional y de agradecimiento a todos los que me fueron haciendo. Es una mirada a toda la vida que intenta ser lo más sincera y desnuda posible. Quizá la dureza a la que aludes sea ese verse sin máscara en el espejo de lo vivido.

--Otro tema de este libro es el de la desposesión: "Nunca por nadie fuiste deseado./ Pasaste por el mundo/ como nube sin sombra".

--La desposesión es un tema central que late en todo el poemario, unido a cierta inmolación en ella para así amar sin límite lo que un día fue, o que incluso nunca llegó a existir. La desposesión es una forma profunda de ser.

--Vuelves a la soledad, creo que de forma radical, en el poema El solitario . Escribes "(...) y cada uno de sus deseos/ se consuma en la vigilia con pulso/ de un hondo ser sin nadie".

--Soledad radical contraria al vacío, porque el solitario aunque no haya en derredor sino sombra tiene, digo, toda la luz dentro. El solitario posee una capacidad extrema de renacer y su meta está siempre en la partida.

--El desamor está también muy presente en El pulso de las nubes , unido al permanente anhelo "(...) pero en la eternidad de su anhelo/ de una imagen rota hace su dios/ aunque nunca llegue el amanecer".

--Tienes razón, el desamor alimenta el anhelo y crea figura dentro del propio anhelo. Se sabe que no amanecerá, pero es que el amanecer está dentro de ese deseo ferviente y, por tanto, las ganas de vivir, de consumarse cada día en lo desconocido. El anhelo es palabra esencial en este libro y, en general, en mi obra.

--¿La melancolía es el envoltorio o la caja azul donde duermen los poemas?

--Sí, en el sentido más creativo de la melancolía. Esa tristeza vaga y sosegada en que consiste abre espacios al espíritu, se transforma en anuncios de lo que pueda venir, crea un ámbito donde florece la esperanza. Como bien sabes, el estado de melancolía es muy propicio a la creación.

--Creo que en tu poesía, y en concreto en El pulso de la nubes , existe una simbiosis entre lo más carnal y lo más espiritual.

--Cuerpo y alma forman una unidad. Como Vicente Aleixandre solía decir, no se puede llegar al alma sino a través del cuerpo. Esta unidad acaso preste una dimensión mística a algunos de mis poemas (muy humilde en relación a los verdaderos místicos), porque en la mística hay un fuerte componente erótico. Basta con leer a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa, cuyo centenario conmemoramos este año. Cuerpo y alma unidos expresan lo que de eterno hay en lo temporal.

--También las palabras sombra, olvido, nadie, nada, colonizan las emociones del yo poético de este libro.

--En todo lo que hemos ido diciendo están ya respirando. Muchas veces anudamos nuestro pecho al tacto hondo de una sombra. El olvido es más profundo que el recuerdo, porque en él arde lo que no se puede rescatar pero que nos transforma sin que tengamos conciencia de ello. Nadie es una presencia dormida que constantemente abre nuestro sueño. Y la nada en mi poesía no significa vacío, sino que es una nada con tanto dentro que es posible la resurrección.

--El poemario en su conjunto me parece que es una indagación en el ser, teniendo muy presente la complejidad del amor.

--Toda poesía lo es de alguna forma porque, como tantas veces se ha dicho, la creación poética es un modo de conocimiento, en primer lugar de uno mismo. Pero ese intentar conocerse a uno mismo debe tener en cuenta a los demás y el mayor número de realidades posibles. Y desde luego en esa vía de conocimiento el amor, con sus tempestades y su calma, con sus corrientes tan complejas, como afirmas, es la columna vertebral.

--El lenguaje, en El pulso de las nubes , es preciso, está destilado, se busca también la belleza y el latido leve de cada palabra.

--El nombrar de la poesía debe ser siempre un nombrar exacto, insustituible. La destilación, yo prefiero llamarlo despojamiento, es para mí también fundamental. Ahorrar todo aquello que sea inútil y que añada brillo por el brillo. En cuanto a la belleza está, como dijo Keats, unida a la verdad. Belleza que siempre debe buscarse y que, me parece, nunca es inocente pues entraña una carga moral.

--El yo se desnuda en este poemario sin concesiones.

--Así es. Aunque se trata de un yo encarnado en un tú, empleado a lo largo de la historia por tantos poetas como medio de distanciamiento.

--¿Esa encarnación no disminuye un ápice la sinceridad?

--En absoluto. Permanece lo autobiográfico que se hace universal a través del aludido distanciamiento.

--Llegados a este punto, defíneme el título del libro, El pulso de las nubes .

--Es el pulso de lo que se desvanece, de lo inexistente, de lo aún no concebido, de la desaparición...

--¿ El libro que sabemos que ya estás escribiendo tiene un pulso semejante?

-Tiendo a borrarme más. El título lo indica: El huésped de la niebla.