‘La chica de los ojos manga’. Autor: José Antonio Sau. Editorial: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2016

A veces, los pensamientos aleatorios y los hechos están mágicamente conectados», dice el personaje del primer relato de este libro, señalando cierta apuesta del autor para esta travesía. José Antonio Sau nos deja esta decena de relatos, bien trenzados, con soltura en el manejo del lenguaje y las situaciones, con esa naturalidad de lo inmediato, por ello es fácil que se produzca una conexión rápida e intuitiva con el lector desde los primeros compases. Lo aleatorio, la mágica conexión de algunos hechos, esa nebulosa de lo onírico -en permanente lucha con una realidad que suele aparecer como demoledora y percutora- son sin duda elementos sin los que resulta difícil entender esta apuesta cuya apertura se muestra ya sin dilación ni más contemplaciones. Sau no se anda con rodeos, y abre este libro con un relato que podría ser el buque insignia, pero al que le siguen otros tantos con su respectiva carga de profundidad. Destacar no solo la vitalidad de los personajes cuando se desenvuelven dentro de cada historia -algo que parece sencillo o evidente, pero que determina en no pocas ocasiones la dirección de la propuesta-, sino cómo dotan a cada situación de una cierta intensidad, consiguiendo mantener nuestra atención en cada secuencia sin que la resolución -siendo relevante- no se convierta en el único referente de la pieza.

Marita ha desaparecido, El cuidador, Dolores, Ella espira, etc... son piezas que estremecen, que sacuden en algún momento, con una intensidad creciente en la narración, y esa inquietud resulta fundamental para mantener la tensión, para que no se desmorone el hilo de la historia antes de cerrarse. Desde esa mirada, el autor sabe mostrar con claridad la fuerza de esos personajes, supeditados siempre al motivo de un conflicto que les hace evolucionar, cambiar, envolviéndonos en esa atmósfera en la que lo cotidiano -con el trasfondo social que puede conllevar cada vida-, no se sustrae a la acción que se desarrolla, aunque lo ficcional adquiera su propia parcela dentro de este panorama, será lo real, modelado en función de unos hechos, lo que acabe por primar y moldee esa nueva realidad que se plantea. También hay otras piezas como Sonia no está en el oasis, El sol de agosto, El santón de Jarapalos, etc… en las que, sin abandonar ese punto de intensidad, es otra la manera de sobrecoger, de ordenar la narración, de poner al lector frente a la escena.

Y nada como el relato Detective para un cierre que sobrecoge, un cierre que invita a otro posible comienzo. Diez historias para disfrutar frente a la narración, porque no son solo un reflejo del ser humano y de situaciones que le suceden, sino que son el ser humano frente a sí mismo y su soledad, cuando aflora con la fuerza de unos ojos grandes y redondos.