No estamos ante un diario, y menos, si decidimos por cuenta propia concederle dicha etiqueta, uno al uso. Es mucho más lo que podemos hallar entre estas páginas, y de ello nos vamos a apercibir muy pronto con el transcurrir de las mismas.

Como una obra que abarca la casi totalidad de las parcelas que pueden interesar al individuo que ama la lectura y la creación: lo vivencial, lo poético, lo ensayístico, etc., el tono que Sánchez Ménendez elige para disponer ante nosotros como receptores toda una serie de mensajes, impresiones, sensaciones, etc., es efectivo, sin duda. Esa sacudida, golpeo --lejos de efectismos fugaces--, desde luego nos conducirá, voraces, hacia el centro de este libro, en busca de unos contenidos que reflejan --a veces en profundidad-- muy diversos planos de lo creativo y lo vivencial desde un punto de vista subjetivo, y por tanto, con el toque emocional que ello conlleva y que hace de este libro un fogonazo continuo en cuanto a revelaciones e intensidad.

El hecho creativo --que aquí se amplía al campo no solo de lo personal, es más, a veces queda en un segundo plano cuando irrumpe ese universo "en torno a la poesía" que son autores, libros, vanidades, etc.-- adquiere una dimensión creciente y totalizadora en la que se impone una perspectiva personal y sincera sobre la realidad más inmediata del sujeto.

La aparente dispersión solo es eso, una apariencia. Una reflexión continua sobre hechos y aconteceres en el acierto de la frase concisa y precisa, que no por ello deja de mostrarnos diversidad de matices que enriquecen el discurso narrativo, y que llega a crear cierta linealidad, es lo que se nos muestra.

Voz en primera persona, a manera de un monólogo interior-exterior, que no pierde nada de fuerza en ese plano de la intimidad, de la confesión por momentos, con dicha frescura se proyecta hacia fuera. Pero no solo hallamos esta forma, también la de un diálogo con la figura metafórica de un dios --sobre todo en las dos primeras inclinaciones-- que, aunque no responde de forma directa, está muy presente en cada movimiento, como un referente que permite ese seguimiento de la conducta y el quehacer diario, y que también "muestra" a la voz que narra --y a ese dios-- frente al conflicto cotidiano de lo sencillo y a la vez inexplicable.

Esa inclinación permanente hacia lo resaltable, hacia la preferencia, a veces con la crítica o negación de lo no preferente, acaba por definir una línea clara de pensamiento, posicionamiento y actitud hacia lo auténticamente creativo, reseñable en un tiempo y lugares muy actuales, en lo que resulta toda una apuesta arriesgada y consecuente con dicha postura que Menéndez no trata de ocultar en ningún instante.

Todo ello encauza este trabajo constante de observación y plasmación, de concisión y sugerencia, marcando un sentido poético de la vida, de lo que merece la pena, aun deteniéndose a veces en otros aspectos menos destacados, pero no negando su existencia como parte de ese todo que es lo cotidiano y sustancial, que da lugar a la vivencia en reflexión continua.

'Teoría de las inclinaciones'. Autor: Javier Sánchez Menéndez. Edita: Los Papeles del Sitio Sevilla, 2012