Qué estirpe tan vigorosa la de la literatura cordobesa, ya tracemos la genealogía de la prosa o la del verso. ¡Y cómo se esfuerzan hoy los poetas de Córdoba por llamar la atención con sus creaciones!

Daré un nombre que se acomoda a ambos géneros, Francisco Javier Guerrero, que en el de la lírica ha merecido el Premio Ciudad de Badajoz por su libro Los principios activos, de próxima edición en marzo. Aunque ahora interesa saber que ha publicado otro titulado Las razones del agua en la editorial Adeshoras.

Se trata de un poemario de autenticidad meritoria, lírico y filosófico y de compacto compromiso social a la vez. Está concebido como la metáfora de un río en el que se prefiguran sus tres etapas de fluyente velocidad acomodada al «Valle en V», «Vega» y «Estuario», que son los tres apartados que igualmente estructuran la materia lírica.

Los versos van aumentado su fuerza y su torrente de palabras («el refugio del ser se encuentra en las palabras») en esa porción del curso alto, en donde entrechocan como guijarros las verdades aprehendidas, las críticas irreprimibles, y eso hasta dilatarse como inmenso caudal de surrealismo incontinente en la espaciosa «Vega» («no he renunciado a hablar solo a puntos y comas/para alzar el voltaje de los significados») y de adensarse luego en «Estuario» en un pensamiento donde el caos interactúa con deseos y pulsiones vitales, donde conviven «el cuerno de un rumiante las razones del agua/una arena insaciable que devora los cuerpos».

Con la intención de construir un único poema (un poema río) que lo contenga todo surge el símbolo del agua.

Porque el agua es lo esencial que existe en un río; y la esencia no se puede separar. Se evidencia la pluralidad y que tratar un solo tema es tarea imposible: «El propósito era contarlo todo. Y quien mejor lo cuenta todo, la vida, la naturaleza, es el agua», piensa el poeta cordobés.