Cuando por la calle me saludan y repiten "te sigo, te sigo", de sobras sé a qué se refieren. Vivimos en la época de la imagen, y "seguirte" es ver tu fotografía en el periódico. De sobra sé que nadie ha leído un verso ni tiene un libro en casa. Y de sobra sé que los libros no están en las librerías ni pueden pararse a pedirlos los libreros ni nadie tiene tiempo de echarle un vistazo a eso tan extraño que llamamos poesía, a no ser que la dispongas en pequeñas dosis audiovisuales o vayas a repartirla, micrófono incluido, en forma de orales cucharadas, con su poquito de adobo y puesta a punto.

Cada vez se ensancha más el rostro y cada vez se empequeñece más la letra. El texto irá perdiendo materia y densidad hasta pulverizarse en forma de diminutos mosquitos o partículas llevadas por el viento y borradas en la atmósfera. Y el perfecto sustituto de la obra será la imagen de un autor virtual.