La obra poética de Cristina Morano se ha ido consolidando poco a poco, sin una nota discordante, en sentido ascendente. Aunque nacida en Madrid en 1967, su vida transcurre en Murcia, donde vive hace años. Cambio climático es su quinto libro, un libro que se comenzó llamándose, en el 2009, Mirando al este , tomado de un verso de Juan Gelman. El tiempo y las circunstancias han cambiado la configuración del poemario y, como resultado, Cristina ha escrito, mediante una serie de secuencias-texto, treinta y cuatro inigualables situaciones que aluden, como su título indica, al deterioro cada vez más demoledor que padece nuestro planeta, dando relieve a la falta de expectativas de la mayoría de la población que va empobreciéndose. La situación es bien conocida. En este poemario Cristina Morano nos la hace sentir. La obediencia al poder ha sido transmitida desde la Educación al mandato familiar. Esta obediencia ha ido causando su efecto y ahora el amo abre sus fauces ante la manada de esclavos.

Paisajes naturales desertizándose así como exteriores derruidos en cualquier ciudad, solitarios habitantes que van a trabajar o simplemente buscan trabajo. Son situaciones perfilando poéticas de la desolación desde la ciudad donde vive.

Por ejemplo, Los Barrancos de Gebas son una zona de badlands , próxima a Murcia, formada por cárcavas, cañones y barrancos, que --como dice la autora-- anticipa lo que será nuestro planeta en breve. La metáfora de este paisaje acompaña los textos en tono coloquial, la voz habla en primera persona, lo que hace que los textos nos afecten sin distancia: "Sólo la luz y el leve abejaruco/ permanecen en Gebas./ Siembra y cosecharás el fuego". Los textos emanan, a través del ambiente cotidiano, desesperanzas no exentas de conciencia crítica. Cristina Morano, como otros poetas de su generación, sale de las preocupaciones existenciales de las viejas clases medias acomodadas y se enfrenta a lo cotidiano, irónicamente, a lo que no le pone ni un acento de esperanza: "Te miro morder las manzanas: me salpican/ chispas de jugo verde como si todo estallara/ y nada de lo que perdura nos correspondiese". Añorando un mundo que ya fue, la autora despliega secuencias mínimas focalizadas en diversos lugares o situaciones: una fiesta, el lecho del río, la llegada de los turistas: "La piel quemada les brilla./ Creen que es hermoso".

Como ya he dicho, la mirada poética subyace en el desencanto constantemente, como al trasluz, de una vida que ya no promete nada. "Uno de octubre, el giro de la Tierra/ se nota en mis balcones:/ aquella luz mordiente del verano/ ahora llega mejor, pero más baja/ y encuentra los cristales, y a nosotros/ pensando en blanquear el techo". Apenas pone distancia en su yo poético, y sin forzar situaciones nos abre las puertas de su ciudad, donde ya no llueve tanto. Cohabita escepticismo hacia el futuro y decepción. El paso del tiempo no parece haber secado las lilas de las casas medio derruidas de las afueras, que permanecen en las paredes trenzándose en la memoria de la autora, lo que me hace sentir, sutilmente, un canto a la esperanza sin optimismos bobalicones.

'Cambio climático'. Autora. Cristina Morano. Edita: Bartleby Ediciones. Madrid, 2014