Con pasmosa coincidencia llegan a los teletipos dos noticias de asunto literario: Manuel Gahete inaugura el I Premio de Poesía Fernando de Herrera y Salvador Gutiérrez Solís alcanza el Premio Andalucía de la Crítica. Los dos son escritores cordobeses, nacidos respectivamente en 1957 y 1968, y ambos están haciendo de la literatura su principal impulso vital. Repetidamente galardonado, Gahete recibe el Fernando de Herrera con la oportunidad de ser quien lo inicia y merece en su primera edición con su poemario El fuego en la ceniza , título de indudable estirpe gahetiana por su regusto antitético y su vinculación a la temática del fuego, que el poeta ya había atendido en otros como La región encendida, El cristal en la llama o Carne e cenere , sintagma este último que ya contiene el vocablo ceniza (cenere en italiano) como remanente de cuanto queda tras la permanencia de la pasión (carne). Con el divino Herrera como fondo, Gahete admite --ya en el segundo y cuarto versos del libro premiado-- caminar "con un dolor de miel entre las manos, / ... / nacido para amar sin más sentido"; de ahí que su inminente publicación satisfará de nuevo el interés de los numerosos lectores --que los tiene-- en pos de redescubrirlo ahora como un poeta que indaga en la alegría amorosa al recordar: "¡Qué lid no habré pugnado / por escorchar la pena / y devolverte intacta la alegría!". Por su parte, Gutiérrez Solís recibe un premio de acreditado prestigio que antes lograron otros andaluces como Antonio Prieto, Campos Reina o Eslava Galán. Adelantamos solo que El escalador congelado es una novela de ambientación cotidiana, entretenida, con una estructura que amalgama las anécdotas y experiencias de un conjunto de individuos que --para el jurado-- "desde planteamientos disímiles, convergen en una realidad totalizadora".