Cuando a un país le faltan fechas de su calendario para colocar y celebrar sus días de... algo no acaba de funcionar. Escribo estas líneas una vez pasado el 23 de abril, por pura lógica todas las noticias nos bombardearon sobre libros, rosas, lecturas, para que nos entregáramos en cuerpo y alma a leer, a comprar una flor y a soñar. Algo parecido suele pasar con el día del planeta, de los niños, y otra serie indefinida de días de...

Si todo estuviera en su lugar no tendríamos que hacer referencia a este simulacro de falsas celebraciones para tranquilizar nuestra conciencia, intentando demostrar que somos maravillosos aportando nuestra colaboración a que el tren de la vida funcione mejor.

Todos los días deberíamos tener un ratito para leer, para la tierra, para los

niños y, en definitiva, para todo. Nos ahorraríamos continuas marcas en el calendario, y seríamos mucho, pero que mucho más felices.