Londres . A principios del siglo XX, un joven columnista que responde al nombre de Julio Camba desembarcará en dicha ciudad procedente de París enviado por un diario de la península con el fin de enviar sus ácidas y a menudo jocosas columnas. Durante cerca de un año, Camba escribirá alrededor de ciento cincuenta artículos, muchos de ellos premonitorios para la época, y dejará constancia de su buen hacer narrativo y periodístico. Pero Camba nunca se habrá de acostumbrar a la City, tal y como mostrará en sus crónicas, como nunca se acostumbraría a la tiranía del teléfono, a quien le dedicaría más de unas líneas, dejando entrever la futura llegada del teléfono móvil, por ejemplo, como la solución a todos sus males, propios y ajenos. Camba es un burgués, y como tal se comporta en la vida y en sus narraciones (algunos malintencionados hasta podrían ver en las mismas cierto tufillo xenófobo). Pero al igual que le dedicaría columnas al teléfono y su desaparición (con hilos), también lo haría al carbón por ejemplo, mejor dicho a su escasez, lo que le causaría no pocos enemigos y cierta flema de visionario. ¡Qué lástima que haya tan poca diferencia entre un gentleman británico y un señorito español! Pero volvamos al siglo XXI. Una vez superado el hito del año 2012, es decir, el del fin del mundo Maya, una vez superado el efecto 2000 y el supuesto cataclismo informático que se iba a producir, superados a su vez todos aquellos hitos que hemos visto producirse a lo largo de los últimos veinte años, podemos decir sin pudor que dichos acontecimientos son directamente proporcionales a la magnitud del cambio que estamos observando en nuestro planeta. Una magnitud que aborda todos los campos, económico, social, ecológico, tecnológico, laboral... Pero, ¿estamos en condiciones de predecir cómo será el mundo en el año 2050? La pregunta se las trae, y las respuestas, también. La publicación británica The Economist ha aceptado el reto, y nos presenta un escenario ciertamente desalentador. ¿Podríamos decir que el cambio al que se referían los Mayas en realidad ya ha comenzado? Es posible. Hoy, el mundo es totalmente diferente a cuando lo estudiábamos hace treinta años. Las tendencias están claras y definidas, y todo parece indicar que el siglo XXI marcará un antes y un después definitorio para la especie humano. Pero ¿quedará alguien para contarlo? Y si alguien queda para ello, uno de ellos sin duda será Jorge Edwards, que vuelve con nuevo libro y, por fin, lo hace con sus Memorias . No hace muchos años, me comentaba una amiga escritora que cenando en Madrid con Jorge con ocasión de la Feria del Libro éste le comentaba que estaba preparando las mismas, pero que se sentía un tanto desnudo al escribirlas... Ahora cuando me encuentro enfrascado en su lectura le entiendo perfectamente. Me lo imagino así paseando por su Chile natal, descubriendo la literatura a contracorriente del conservadurismo de la burguesía de la capital, me lo imagino como tantos otros niños marcados por una férrea disciplina educativa, sus primeros maestros y sus primeras desilusiones. Esa es la persona que le gustaría ser leída y recordada. Ese es el Jorge Edwards de las memorias, de su primer libro de memorias.