A veces sentimos que el tiempo que tenemos, el que apretamos, no es el que hemos escogido. Todo gira sin nuestro permiso y cada acto, cada gesto, se expande en una consecuencia infinita». Con estas enigmáticas palabras, comienza Donde fuimos invencibles, la última y exitosa novela de María Oruña (Vigo, 1976), escritora gallega afincada en Cantabria, donde ejerce como abogada laboralista. Donde fuimos invencibles (al igual que sus dos anteriores obras, Puerto escondido y Un lugar a donde ir) está ambientada en tierras cántabras (concretamente, en Suances) y está protagonizada por Valentina Redondo, teniente de la Guardia civil, un personaje con el que la autora nos hace varios guiños metaliterarios: en primer lugar, es imposible no recordar a Bebilacqua y a Chamorro, los miembros de la Benemérita creados por la pluma de Lorenzo Silva; por otra parte, uno de los iris de Valentina es de color verde (el otro es marrón) como los de Hercule Poirot (al que Agatha Christie atribuyó la mirada felina de los gatos); también, como el detective belga, padece de un trastorno obsesivo que la empuja al control absoluto de las cosas y al orden más estricto (peculiaridad que comparte con el sabueso televisivo Monk).

SECUNDARIOS DE LUJO

En las tres novelas, Valentina se hace acompañar de varios secundarios de lujo (la forense Clara Múgica, el subteniente Santiago Sabadelle y el sargento Riveiro) que la ayudan en la resolución de los casos. Este último se inicia cuando en la Quinta del Amo, una hermosa finca situada en Suances, cuyo vetusto palacio se encuentra en un estado deplorable, aparece muerto el jardinero.

Aunque todo apunta a que ha sufrido un infarto, los resultados de la autopsia y el hecho de que Carlos Green, el dueño de la finca (un joven americano que la ha heredado de un familiar y que acaba de instalarse para escribir una novela), le confiese a la teniente que percibe espíritu extraños, llevarán a Valentina a iniciar una investigación llena de peligros, en la que su formación científica y su concepción racionalista de la existencia entrarán en conflicto con sucesos que solo parecen tener una explicación paranormal. La novela está dotada de una estructura compleja, en la que se alternan la voz del narrador que cuenta la investigación llevada a cabo por la teniente y por su equipo, fragmentos del borrador de la novela que Carlos Green está escribiendo, y el relato de las aventuras del profesor Machín y del especialista en Parapsicología Christian Valle. Esta estructura, lejos de ralentizar el ritmo, permite al lector tener varias perspectivas de los mimos hechos, a la vez que enriquece el discurso narrativo.

Y es que, en Donde fuimos invencibles, María Oruña demuestra ser una alumna aventajada de maestros de géneros tan diversos como el policiaco, el thriller psicológico y el de misterio, a los que rinde pequeños y rendidos homenajes (Diez negritos, de Agatha Christie; El resplandor, de Stephen King y Otra vuelta de tuerca, de Henry James, por poner algunos ejemplos reveladores) y de los que toma diversos elementos para crear una novela solvente, bien tramada, que consigue mantener la atención del lector hasta su sorprendente final.

‘Donde fuimos invencibles’. Autora: María Oruña. Editorial: Destino. Barcelona, 2018.