Tres rasgos caracterizan el reciente poemario Miembro fantasma de Maria Pizarro: la fluidez, el tono narrativo y la posibilidad de comprensión, todo lo cual hace de él un libro absolutamente bien logrado en la totalidad de sus 108 páginas. Tras su cómputo variado y su ritmo cambiante, atento a los detalles y a la narración reflexiva, percibimos desde un principio --seis partes lo componen-- oleadas de intimidad ("A veces consumo sexo, / y una poca de fruta / antes de dormirme") que recalan en la soledad o lo cotidiano de la existencia y sobre todo en el mundo femenino, con referentes y denuncias sobre la realidad social de la mujer inmigrante: "No sabrá nunca el trámite, / la resaca, los golpes, / los clientes / y la deuda / que incluía el contrato".

De esta aludida narratividad sobre el transcurrir cotidiano se levanta un lirismo auténtico que llama la atención continuamente por la sencillez con que se relatan experiencias que rezuman ilusión ("Mi madre me regalará / un vestido por mis quince años..." ), desencanto o lamentos irrefrenables, a todo lo cual se suma la calidez y originalidad de sorprendentes metáforas como esta que se centra en una descripción erótico-sensual: "o un corazón y una flecha, / con que indiques la dirección / del cristal swarovski / de tu clítoris". Luego, ya en su segunda parte, Perdonen las molestias se atiende con prudencia a la melancolía, los recuerdos y experiencias sentimentales que desbordan dolor, desacuerdo o emoción ("la furia que rugía de tus labios / me bastaba. Estar contigo, / para que me arrastrara el vértigo / del viaje"). Así, por este camino de la melancolía y la soledad se proclaman los versos buscando una empatía que lleva a desdeñar la violencia de género y el desamor.

Como en todo poemario, la confesión avanza mostrando altibajos en su intensidad emotiva, pero al fin todo justifica un libro verdaderamente apegado a la vida, a los recuerdos, al conocimiento del entorno y de los personajes que lo habitan, dejando de vez en cuando bien una crítica a la comodidad instalada en nuestras vidas bien la convicción de una certeza incontestable: "Lo mejor del amor: el accidentado factor sorpresa". Y más sintética que la anterior, la tercera parte, Poema para supersticiosos , aloja muy breves composiciones que detallan la tarea de escribir ("El miedo al papel de cada día en blanco, / conforme escribes / aprisionado queda en la jaula / de los libros. La muerte y el olvido / harán el resto"); y luego alusiones irónicas a momentos de nuestra vida social o anotaciones sobre un suceso que resulta cotidiano. Es esa misma cotidianeidad la que hallamos también reiteradamente en el conjunto Miembro fantasma , que da título al libro, donde se plasman inquietudes, certidumbres o pensamientos breves ("Callaba. / Pues la única verdad que conocía, / era el tacto de una piel deliciosa"). Los dos poemas de cierre, Muchacho triste y Pedroche, mil novecientos treinta y dos " son claros ejemplos de esa empatía que antes señalábamos con las persona que sufren.

Miembro fantasma , este excelente, plural y aparentemente heterogéneo pero muy bien conjuntado libro de María Pizarro, concluye con los dos breves apartados Versos para incrédulos y Los animales también sueñan , donde afloran flasches fugaces y haikus que muestran instantáneos pensamientos de los que emerge humor, descripciones metafóricas, escenas urbanas... ("En primavera, / monigotes de nieve / son los naranjos"). María Pizarro se descubre como una escritora que nos va dando continuas pistas de por qué escribe ("Pero yo escribo cuando la angustia / impone su deseo") y deja pues en este poemario un rastro de sentida y buena poesía con la que nos encumbra líricamente y nos induce a pensar en nuestro mundo tan complejo.

'Miembro fantasma'. Autora: María Pizarro. Edita: Editores Florentinos. Córdoba, 2015.