Córdoba aparece en una novela para cuyos protagonistas sus tiempos eran de grandes ideas y de hechos insólitos, sienten en el aire algo raro y en la playa de Benalmádena algo extraño y remoto: el amor de esa joven pareja. Vivía la pareja con aire receloso como si temiera, él, en cada momento recibir un garrotazo en la nuca; lo que aconteció.

El joven protagonista de Pasión en Benalmádena, que así se titula esta narración, es un mozo valiente, aunque no lleva medio cigarro apagado en sus labios ni las manos en los bolsillos ni camina erguido por el parque de La Paloma o por la playa Mala Pesquera. El padre de la novia no es hombre prudente ni indiferente sino lleno de soberbia ante el posible amor de la hija. No es persona de «dejar hacer» ni de «dejar de decir», no da oídos ni calla como un ladino. Hay en la novela un periodo de amoríos que, luego con dificultad, cuaja en boda, de fugas y de fraternal cariño entre amigos del pueblo. Pero no todo es en esta novela indulgencia y tolerancia en un pueblo de aluvión, dividido entre el Arroyo de la Miel y el histórico casco urbano donde se emplaza el Ayuntamiento. Esta narración es historia vieja de dos jóvenes que desean crear su propia historia y la de su nueva familia. Hay traición disimulada, ajuste de cuentas, huida a Córdoba de esa pareja enamorada.

Córdoba aparece en esta novela en una tarde calurosa de verano. Sus baños árabes en la calle Almanzor, las tertulias poéticas cerca del Guadalquivir, la Mezquita Catedral, el mítico restaurante Casa Pepe, la noche cordobesa en una terraza de tono azul y claro y sus gentes, que derrochan humanidad y honestidad .

El autor de la narración afinca la trama en su terruño, en las esquinas del Arroyo, porque allí ha vivido con fidelidad a sus tradiciones de sangre, como la festividad de la Virgen del Carmen del Puerto, a las cuevas del Calamorro, montaña desnuda y pedregosa, a la canícula del castillo del Bil-Bil. El novelista es joven, licenciado en Letras, cuentista de excelentes relatos para niños, amante de la poesía, vendedor incansable no sólo de ilusiones, afable camarero durante los veranos frente al Ombú benalmadense, árbol al que nuestro Pablo García Baena ha dedicado un maravilloso y simbólico poema inédito.

La aventura narrada es un pasar y un pesar, un correr, huir, resbalar, tropezar, desaparecer, abrir y cerrar los ojos hasta poder encontrar la felicidad. Es como ese río de guijarros, lecho sembrado de harapos que encuentra su felicidad en el mar.

Esta novela dejará señales no sólo en Benalmádena. Su joven autor se llama Marcos Antonio López Zaragoza y esta leyenda tuvo su origen en la pasión que el escritor siente por Benalmádena.

‘Pasión en Benalmádena’. Autor: Marcos Antonio López Zaragoza. Edita: Ediciones del Genal. Málaga, 2016