‘La orilla de otro cielo’. Autora: Estrella Cuadrado. Editorial: Huerga & Fierro. Madrid, 2017

Pulcritud, manejabilidad y descubrimiento de nuevos autores han sido tres constantes de Huerga & Fierro, editorial anhelada por muchos para dar a conocer sus textos. Y recuerdo, en la lejanía, aquel volumen de Córdoba en la mirada. Antología de relatos, de 1996, y más reciente el titulado La maldición de Madame Bovary, de 2007. Ahora se publica un poemario originalísimo, intenso, modulado en la emoción y en extremo esperanzador por abrir ante el gran público un libro de la poeta ecijana Estrella Cuadrado, vitalmente muy vinculada a Córdoba seguramente porque la añora desde la distancia de su residencia madrileña. La poeta, que ya había publicado su primer libro, Toda la luna de mi boca, a cargo de la Diputación de Córdoba (2011), es una verdadera escritora vocacional, de una sensibilidad fuera de serie y para la que realmente lo que cuenta es escribir, porque publicar es circunstancia secundaria, aunque muy deseable, que en su caso siempre ha sido fruto del azar y el impulso de otros.

La orilla de otro cielo, presentado en Córdoba el pasado 28 de abril por los propios editores (Antonio Huerga y Charo Fierro), a los que acompañaban Bernardo José Jurado, Antonio García Siles y la propia autora, es un libro maduro, desbordado de emoción y sensualidad, apegado al más íntimo, solidario, fraternal y punzante sentimiento, con frecuencia afianzado en un peculiar sentido ético y un amor palpitante hacia la naturaleza que lo mismo la hace escribir que «Pasamos ante ellos ignorándolos. / A veces alguien les arroja una moneda. / Ellos a cambio ofrecen su sonrisa»; o que «De puntillas llegaba la mañana / por una vereda de agua / y en un cortejo azul, / silenciosas danzaban las libélulas». Dividido el poemario en dos apartados que respectivamente contienen veintiocho poemas y dieciocho haikus, va precedido por un breve pero muy acertado y alumbrador prólogo del cordobés Fernando Sánchez Mayo, que entre otras opiniones suscribe esta sobre que en el libro se «busca encontrar otro paraíso, el verdadero paraíso del amor y de la felicidad».

La de Estrella Cuadrado podría definirse como una poesía herida por aquel «dolorido sentir» que clamaba Garcilaso de la Vega: una poesía enraizada en la realidad de la experiencia íntima, anclada a la melancolía pero gozosa de disfrutar de toda la belleza circundante o proveniente de los más hermosos recuerdos. Un maremagnum de emociones, un canto fervoroso a la frágil naturaleza y a la ilusión («Hoy el día está gris / pero es un gris claro / tirando a felicidad»), una lírica exaltación del latido amoroso («Mi corazón es una caracola / con todo el mar de tus suspiros dentro»), un pálpito repetido ante los seres de una naturaleza palpitante, e incluso una clamorosa denuncia de la injusticia y del dolor; todo esto y más envuelto en una satinada delicadeza expresiva es la poesía de esta inmensa estrella que alumbra con sus versos el mundo que la nutre y emociona.

Es reflexión (sobre todo en sus originales haikus: «Con voluntad / aferrarse a la vida / y resistir»), dicha reconcentrada en el recuerdo o en el presente de su vivencia amorosa o de su implicación con el mundo sensitivo natural; pero consiguiendo que la expresión lírica de todo este complejo emocional nos llegue en el más refinado, inexplorado y metafórico lenguaje, porque -según cita que comparte de Milagros Salvador- «La poesía es una cita de amor con el lenguaje». Y el lector acude a esta cita revelándose al fin como el más entusiasta y fiel enamorado del «cielo» que anhela, describe y proclama en toda su luminosidad la dulce palabra de Estrella Cuadrado, varada en la orilla desde la que lo contempla con emoción desbordada, con sufriente pasión o con trémula esperanza: «Redes al mar / para pescar la luna / y las estrellas».