Diego Martínez Torrón ha sorprendido ahora a los lectores con su interesantísimo estudio Cervantes y el amor (Alfar, 2017), en cuyas 225 páginas rastrea su «pensamiento neoplatónico que, con su panteísmo y su visión del amor, constituían el modo más progresista que en el tiempo de Cervantes podía practicarse». Lo enmarca así entre un curioso capítulo preliminar y otro que, como apéndice, tiene un claro carácter metodológico en sus Reflexiones sobre ideología y literatura. Entre ambos surgen cinco centrales en que se estudia el pensamiento sobre el amor en las obras cervantinas de La Galatea, las Novelas ejemplares, su teatro, su Quijote y su Persiles, si bien no puede pasarse por alto que anteriores a estos, y para fundamentarlos mejor, se perfilan otros dos introductorios titulados «La narrativa previa a la obra de Cervantes» y «El amor de los tratados».

El rigor y la profundidad hacen de Martínez Torrón un crítico meritorio y detallista, dos rasgos de su ensayo que constatamos en esos citados capítulos centrales, dando un tratamiento preferencial por «su mayor relevancia, al Quijote y al Persiles». El autor apunta que «el amor casto, el amor de caballeros andantes, define el concepto en Cervantes». Anota que El Quijote abandona la prospección idealista, neoplatónica de las obras anteriores y atiende «al reflejo de la vida real española del momento y, simultáneamente, del espíritu de Cervantes, que es un poco don Quijote».

Originales concreciones hallamos en todos los epígrafes -muy particularmente en el de «La peculiaridad del amor cervantino»-, con apreciaciones que llevarán a conclusiones tan sintéticas como la de que en Cervantes se da «un sentimiento pleno de idealismo, muy hermoso y platónico, a la vez asociado a un modo profundamente humano, y a la vez realista, de entender no solo al amor y a la amada, sino también a la vida».