En 1980 José Agustín Goytisolo publicó en Lumen 40 poemas de Joan Vinyoli y creyó necesario redactar unas líneas que informaran sobre la historia de Cataluña. Recordaba que Cataluña era una nación claramente diferenciada dentro del Estado español, y concluía: "Pese a obstáculos y avatares, opresiones e injusticias históricas que a grandes rasgos se han trazado aquí, el valor de los escritores en lengua catalana es sorprendentemente alto en el contexto de la literatura universal. De ello nos va a dar prueba concluyente la poesía de Joan Vinyoli". Casi veinticinco años después podemos decir que está sucediendo exactamente lo mismo, pero al revés.

En Barcelona y Cataluña en general se da una realidad que no deja de ser paradójica. Como en todas partes hay poetas, solo que aquí se segregan por la lengua en la que escriben y da como resultado que quienes escribimos en castellano, al contrario de lo que sucedía hace unos años, institucionalmente somos borrados del mapa. Casi nadie se atreve a hablar de este asunto porque se tiene miedo de que te acusen de españolista o anti-catalanista, así que un silencio consensuado e incómodo nos hace hablar con la voz muy baja de este asunto preguntándonos hasta dónde llegará todo esto.

Se cumplen cien años del nacimiento del poeta Joan Vinyoli (1914-1984). Este año tenemos ediciones completas, antologías, página web, conferencias y homenajes, lo que no es de sorprender, ya que Vinyoli fue un poeta excelente, más bien pesimista y doliente, que escribió una obra lo suficientemente turbadora como para que sea recordado y traducido, y aquí me detengo. La traducción al castellano es del poeta y traductor Carlos Vitale, argentino afincado en Barcelona desde 1981, a sus espaldas varios premios de traducción en lengua italiana y varias traducciones de otros poetas catalanes. El prólogo nos acerca al alma de su poesía, conciso y certero lo ha escrito el comisario de la conmemoración del año Vinyoli, el escritor Jordi Llavina. Vinyoli fue el primer escritor en catalán que recibió el Premio Nacional de Poesía (post-mortem), fue reconocido por sus traducciones al castellano y por los elogios de su obra como los de Juan Luis Panero, Vicente Valero, el mencionado José Agustín Goytisolo, entre otros.

Hay una manera de construir la tradición literaria que consiste en nombrarse unos a otros alrededor del poeta mayor aprovechando que se celebra un evento relacionado con su muerte o con la primera edición de su libro. El mapa se queda muy pequeño porque casi siempre son los mismos quienes están en todas partes y al final no sabemos, en caso de que Vinyoli estuviese vivo, hasta qué punto estaría de acuerdo con la gama de elogios que flotan alrededor de su obra.

Joan Vinyoli es uno de los poetas imprescindibles que recomiendo leer. Intenso, cotidiano, realista, pesimista, lúcido, poco amigo de seguirle el juego a nadie y luminoso. Traductor de Rilke y buen receptor de su obra, se tomó en serio aquella máxima del entonces joven poeta alemán que, en los Cuadernos de Malte Laurids Brigge , decía que la poesía no es cosa de sentimientos, sino de experiencias. Fue pobre, tuvo que ponerse a trabajar muy joven en la editorial Labor, que después sería absorbida por la editorial Barral. Allí trabajó toda su vida hasta que se jubiló. Vinyoli se sintió marginado por la crítica y los poetas de su tiempo, relegado de las antologías por no haber compartido las corrientes estéticas del realismo social. Así lo expresaba: "Al acercarse la vejez, todavía continúo persiguiendo lo real poético a pesar del silencio y la marginación en la que algunos pontífices de la crítica del país me tienen y me tendrán porque resulto incómodo y ya lo saben todo y no encajo en sus parámetros". Le darían a título póstumo, un año después de su muerte, el Premio de la Generalidad Ciudad de Barcelona, el Ciudad de Mallorca y el Serra d'Or. Lamentable.

La edición de la Mano en el fuego recoge treinta y un poemas de una vasta obra que merecería ser editada al completo. Totalmente de acuerdo con Jordi Llavina cuando dice que su poesía tiene algo de religioso, en un sentido profundo, nada superficial. Algo de metafísico, acaso sería preciso decir. Su poesía se propone trascender la mísera condición del hombre y aunar instancias de nuestra experiencia. "Hago de nada, con palabras, un provisional/ rellano, cuando ya la escalera no sigue/ y da al vacío --desde donde se pueda ver/ la explanada del tiempo con sueños aparcados/ por siempre jamás: al fondo, un monolito de pórfido/ que no se corresponde a ningún interrogante. Abiertos/ los ojos miran un azul intenso de mar/ en movimiento que se va volviendo arena (...)".

'La mano del fuego'. Autor: Joan Vinyoli. Editorial: Candaya. Barcelona, 2014