En algún momento de Los detectives salvajes , un personaje de Bolaño echa la vista atrás con nostalgia y, dirigiéndose a sus oyentes, les pregunta a la vez que les explica: "¿Ustedes han visto Easy Rider ? Sí, la película de Dennis Hopper, Peter Fonda y Jack Nicholson. Más o menos así éramos nosotros entonces". Existen, en efecto, discursos narrativos que tienen la virtud de convertirse en signo y cifra de la generación a la que se dirigen, y me viene a la cabeza el On the Road de Kerouac y su lema --absolutamente anodino, por cierto, en su contexto original-- "No había adonde ir, excepto a todas partes". A este subgénero pertenece la primera novela del poeta José Daniel García (Córdoba, 1979).

Y ahora, con Jaime Gil de Biedma, "voy a contaros / cómo también yo estuve en París, y fui dichoso" o, en otras palabras, cómo también me eché a la calle a mediados de los noventa y maldije el claustro de la Facultad de Letras y vagué por los barrios céntricos y periféricos reconocibles en las descripciones urbanas de José Daniel y me introduje --pero menos, o más tímidamente-- en los bares y discotecas que en la novela aparecen con nombre supuesto y soñé estereotípicamente con la voracidad sexual de las estudiantes Erasmus francesas, inglesas e italianas. Y, sin embargo, me ha parecido conveniente llevar a cabo el siguiente experimento: he compartido con lectores avisados de edades y currículos diversos mi experiencia de recepción de Fundido a rojo , y he llegado a la siguiente conclusión: si naciste en 1979 o 1980 y quieres ajustar cuentas con el pasado, tienes que leer esta novela; si no, también es recomendable.

Y, puesto que las cuestiones argumentales me parecen algo medievalizantes y sueño, con Flaubert, con una novela que se sostenga exclusivamente sobre la fuerza de su propio estilo, quiero subrayar, antes de nada, las virtudes idiomáticas del relato. Como lector obligado de literatura juvenil, he sido a mi pesar sometido a innumerables y baldíos conatos de reproducir el lenguaje del young adult : solo doy por satisfactoria la reconstrucción de José Daniel García. Y seguramente no en virtud de su realismo, porque el realismo propende hacia el slang menos estéticamente recomendable. José Daniel, a partir de las palabras recibidas y proferidas, y sirviéndose evidentemente de su experiencia de poeta y letraherido contemporáneo, elabora su propia Kuntsprache , que supera con creces a tentativas previas, como, por ejemplo, las de José Angel Mañas, gran tipo por otra parte.

La novela se construye en torno a tres personajes --Katie, Rafa, Juanito-- que orbitan en torno a los mismos ambientes y circunstancias, y cuyas respectivas trayectorias se intersecan y cruzan --sin apenas afectarse mutuamente-- antes de continuar adelante, siempre adelante. Es como si se hubiese querido hacer un azaroso corte en sus periplos vitales para someterlo a análisis. Seguramente, la franja vital de los personajes en cuestión sometida a narración pormenorizada es tan relevante --o tan carente de relevancia-- como cualquier otra que hubiera podido escogerse. La construcción de los personajes es, en cualquier caso, soberbia; basten para demostrarlo las ochenta y tantas páginas consagradas a Katie, literatura de género en el mejor sentido concebible de la palabra.

Los periplos vitales de los tres personajes son posmodernos y vacuos, desapegados y líquidos a lo Zygmunt Bauman, pero, por favor, absténganse de utilizar la novela de José Daniel para moralizar acerca de la deriva de la juventud, contemporánea o no: "Estos chicos no creen en nada, etc.". La novela lleva como lema un verso --sí: un verso-- de Leonard Cohen perteneciente a su canción The Future , que muchos coetáneos de José Daniel aprendimos en los créditos de Asesinos natos (1994), de Oliver Stone y Quentin Tarantino. El estribillo asevera: "When they said Repent , / I wonder what they meant", y eso les ocurre a los personajes de la novela: nada de lo que arrepentirse; siempre hacia adelante.

'Fundido a rojo'. Autor: José Daniel García. Editorial: Ediciones en huida. Sevilla, 2016