El suplemento Cuadernos del Sur cumple en estos días tres décadas. Salió a la luz pública a finales de noviembre de 1986. La evolución a lo largo de los treinta años de existencia de este suplemento cultural lo hace casi único en sus características de vigencia y permanencia.

Estos treinta años de cultura suponen un volumen que supera con creces las 20.000 páginas de periódico, un equivalente a unas 60.000 páginas de libro. Cuadernos del Sur posee una dilatada historia. Parte de la idea de la necesidad de la existencia en los periódicos de un lugar apto para el análisis y la selección de lo que se va a leer, de acotar espacios para algo tan esencial como la lectura de temas literarios, filosóficos, artísticos, arquitectónicos o libros de ciencia.

También se parte de la base, y lo expresan tanto los diferentes directores del periódico como los dos coordinadores que ha tenido a la largo de su vida, de que un suplemento de libros tiene la obligación de guiar a los lectores, a los aficionados a la música, a la poesía, a la novela, a las artes plásticas.

La reflexión y discernimiento

Un suplemento de libros asume como objetivo esencial hacer reflexionar al lector exigente, orientar al que quiere introducirse en la lectura, criticar las obras creativas en todas sus vertientes; explicar, a través de panorámicas realizadas por especialistas, los movimientos estéticos, los autores más interesantes, los creadores poco conocidos e informar, además, sobre las novedades bibliográficas. Un suplemento de estas características pretende ayudar a los lectores a discernir sobre la buena o mala literatura, sobre la buena o mala pintura. A través de una publicación así se lleva a cabo un servicio necesario en nuestra sociedad porque se canalizan las artes de las élites intelectuales a través de medios populares, generándose una información esencial para que la cultura se promocione, se fomente y se desarrolle. Durante esos 30 años hubo una gran eclosión de suplementos literarios (en Andalucía, se desarrollaron varios en Sevilla, Málaga, Jaén, Jerez, Huelva, Granada y Almería, y en España llegaron a convivir más de cuarenta), que han ido desapareciendo paulatinamente. Muchos de ellos se fueron adelgazando y convirtiendo en páginas atomizadas con elegante diseño y escaso contenido, pero con el paso de los años el escuálido peso al que habían llegado hizo que se esfumaran. Otros, persistieron en su estado latente hasta que se diluyeron también.

Cuadernos del Sur es el símbolo de la resistencia. Sus razones han sido la calidad y el saber armonizar lo local con lo universal, lo académico con lo periodístico y, sobre todo, por mantenerse unido un grupo de colaboradores que han creído siempre en el proyecto, compartido igualmente con los editores y redactores del periódico.

Es, pues, fruto de la resistencia contra el intento global del discurso único y la pérdida de la identidad cultural de los pueblos.

Historia y antecedentes

Pero entremos en la historia. Cuadernos del Sur salió a la luz el 27 de noviembre de 1986 tal y como se conoce ahora, aunque anteriormente, desde mayo de 1985, tuvo su antecesor en una serie de suplementos monográficos, denominados Córdoba Cultura. Diario CÓRDOBA editó desde el día 30 de mayo de 1985 hasta el día 20 de noviembre de 1986 una serie de suplementos monográficos (54 temas cordobeses) que sirvieron de base a Cuadernos del Sur, pero sobre todo a la sociedad cordobesa para que asimilara este tipo de publicación sobre personajes y temas de su tierra, que fue la siembra de una cosecha, más de actualidad, que vendría después con las páginas de popularidad cultural y crítica. Se inició en la fecha citada con un monográfico sobre Luis de Góngora, al que le siguieron otros sobre Mario López, Séneca, Romero Barros, Juan Valera y otros. En esos monográficos se compendiaba la historia cultural de Córdoba en diversos ámbitos, abriéndose especialmente al arte y a la literatura cordobesa, pero sin olvidar la música, la antropología, el teatro, la arqueología o los monumentos. Pasado y presente se abrazaban y así se podía ofrecer una visión de conjunto de un pintor contemporáneo como Antonio Povedano junto a otra de un artista plástico de calado clásico en la ciudad como Julio Romero de Torres, o acercar a un poeta contemporáneo como Manuel Álvarez Ortega, o a otro universal como Luis de Góngora. Todo ello marcaba unas líneas de popularización de la cultura a través de un medio como el periódico, donde la calidad de los artículos era similar a la que los investigadores podían ofrecer en una revista especializada o en un libro, pues eran los mismos profesores o escritores -los mejores en su materia- que escribían a nivel académico. Eso daba un toque de atención sobre la idea de que la calidad no debe estar reñida con la popularidad y la divulgación y que los personajes y los temas culturales son para todo el mundo y no para una élite. Partiendo de esas premisas básicas, de una idea profunda y universal de la cultura en todas sus vertientes, nació Cuadernos del Sur y pervive después del transcurso de tres décadas, precisamente por convertirse en un ser vivo que transmite entusiasmo y aporta conocimiento. Se trata de la idea de que las páginas de un periódico pueden trasladar el mismo nivel de conocimiento y sabiduría que el mejor de los manuales monográficos.

Los orígenes de Cuadernos del Sur son incluso anteriores a la etapa del director Manuel Gómez Cardeña -que en 1985 me animó a iniciar la serie Córdoba Cultura--, pues se remontan a 1979, cuando siendo quien esto escribe estudiante de Filología -flanqueado por los poetas cordobeses Luis Jiménez Martos y Carlos Clementson- le propuso al director de Diario CÓRDOBA de aquella época, Federico Miraz, la creación y publicación semanal de una página dedicada a la crítica literaria, que se llamó Pliegos de Cordel. En aquel proyecto inicial participó también el profesor cordobés Pedro Roso y durante año y medio se editó dicha publicación literaria. Aquella página milagrosa dedicada a la crítica literaria duró año y medio, pero la experiencia marcó a quien esto escribe hasta el punto que decidí reorientar mi futuro -abocado a la enseñanza-- para dedicarme al periodismo y me convertí en un apasionado estudioso seguidor de suplementos literarios.

Crítica literaria y otros géneros

Cuadernos del Sur parte de la información propiamente dicha, a través de páginas de libros, reseñas de novedades editoriales de todos los géneros; comentarios amplios; espacios que informan sobre la actividad teatral, atendiendo fundamentalmente a las obras representadas en Córdoba, sin olvidar otras obras o materias de carácter nacional, como música clásica y arte, a través de exposiciones celebradas tanto en la ciudad como fuera de ella. La opinión propiamente dicha ocupa un importante lugar, con columnas de colaboradores fijos sobre diversos temas. Hay otros apartados dedicados a entrevistas, debates, semblanzas y reportajes en general. La creación ocupa un importante papel desde los primeros tiempos de Cuadernos del Sur, con fragmentos de adelantos editoriales de géneros como la narración, el ensayo y la poesía, destacando de una manera especial los escritores andaluces, aunque dándole cabida a autores de otros ámbitos.

En los primeros veinte números ya se le habían dedicado espacios importantes a pintores como Andy Warhol, Pepe Espaliú, Julio Romero de Torres, Regoyos y también al arte renano; a músicos como Malher o Lizt; a dramaturgos como Buero Vallejo, Lorca o Gala; a escritores de la categoría de Miguel Delibes, Henry Miller, Valle Inclán, Concha Méndez o Pedro Garfias; a temas como el futurismo o la crítica literaria. Las primeras entrevistas giraron en torno a Luis Escobar, Víctor Mora, Álvarez Ortega, Blanca Andréu o Vicente Brito, entre otros. Y en el apartado de textos inéditos se publicaron fragmentos de Fernando Quiñones, Javier Marías, Pierre Cami o Rafael Alberti, entre otros. Variedad, calidad y actualidad eran las premisas esenciales de una nueva publicación que nada más nacer comenzó a cosechar reconocimientos sociales.

Estructura y caracterización

Hablar de la estructura del suplemento sugiere describir que el mismo solía constar de 8, 12 a 16 páginas. Su salida al público se fijó durante más de dos décadas en los jueves. Luego pasaría a los sábados. Periódicamente han aparecido monográficos de 48 a 96 páginas, coincidiendo con centenarios, celebraciones literarias y culturales de diversa índole.

Los números convencionales dedican amplios espacios a las novedades bibliográficas, crítica de libros, entrevistas con escritores, semblanzas amplias de autores y noticias editoriales. Es decir, un porcentaje muy alto de su contenido se dedica a la difusión del libro, además de las artes plásticas. Las 12 páginas u 8 páginas del suplemento giran en torno a un eje central (páginas centrales) en conexión con la ilustración de portada. Se abordan ahí temas de actualidad en relación con personajes literarios y artísticos (Semblanzas); temas polémicos (Debates); movimientos o grupos de interés (Panorámicas) o acontecimientos culturales de especial relevancia (Crónicas). Otra parte esencial del suplemento es la informativa, compuesta por las páginas de comentarios de libros o novedades bibliográficas, que se convirtió en un espacio imprescindible consultado por universitarios, aficionados a la lectura, profesores y profesionales de la cultura en general, aparte de bibliotecarios y escritores. Y por otro, la página 2, en la que se dan noticias culturales de toda índole (desde concursos literarios hasta anuncios de actos y conferencias), exposiciones, noticias sobre empresas editoriales, entrevistas y artículos de opinión. Esta parte informativa conecta al suplemento con la realidad viva del periódico y de la sociedad. Luego fue evolucionando e incluyó columnas de opinión. Han escrito en ella habitualmente varios columnistas como Pedro Rodríguez Pacheco, Javier Tomeo, Medardo Fraile, Antonio Hernández, Manuel Gahete, Alejandro López Andrada. María Ángeles Pérez o Juana Castro, entre otros.

La página 3 suele dedicarse a entrevistas, a arte (en los veinte primeros años) o a reseñas amplias de libros; las 6 y 7 son reportajes de diversa índole, aunque la mayoría giran en torno al mundo del libro. Por otra parte, las páginas 8, 9, 10 y 11 están ocupadas por crítica literaria y escaparates de libros, que se distribuyen en la parte baja de la misma o en los laterales, según época y conveniencia del diseño. Y la página 12 suele ser un artículo amplio sobre un libro de especial relevancia y una columna del coordinador o uno de sus colaboradores. Durante los 23 primeros años, el encargado fue el propio coordinador, con series como La Bola de fuego, Paraíso de las migajas -durante una época se publicó en portada- o La Luz de Asallam, entre otras. Luego, el nuevo coordinador empezó una serie titulada Capítulos sueltos. Finalmente, la columna está abierta a los colaboradores habituales del periódico.

Los primeros impulsores

El primer equipo de Cuadernos del Sur lo formaban el director del periódico, Antonio Ramos Espejo, uno de los impulsores esenciales de la idea junto al director anterior, Manuel Gómez Cardeña, el coordinador del suplemento, el propio autor de estas líneas -que estaría al frente del mismo hasta el 31 de diciembre de 2009, es decir (1986-2009), más de mil números-; el crítico de libros Pedro Roso, los de arte Francisco Zueras, Ángel Luis Pérez Villén y José María Palencia; ilustradores como Antonio Povedano y Antonio Bujalance; el teatro estuvo a cargo de Francisco López, que posteriormente fue director del Gran Teatro de Córdoba; y la música la llevó Luis Ballesteros Pastor. De este equipo inicial estuvieron durante algún tiempo Roso, Palencia, Ballesteros y López, que por cuestiones de diversa índole se alejaron de la publicación. Y permanecieron en ella durante muchos años Pérez Villén, Povedano hasta su fallecimiento y Bujalance durante muchos años. Otros colaboradores de aquella época inicial fueron Carlos Clementson, José Manuel Cuenca Toribio, Mario López, Mercedes Valverde, Luis Jiménez Martos, Pedro Ruiz Pérez, Miguel Carlos Clementson, Vicente Núñez, José

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