El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles emitirá por tercer año consecutivo la Tarjeta del Viticultor, un dispositivo electrónico que registra los datos esenciales sobre la cosecha y que persigue controlar el origen de la uva que se recolecte durante la próxima vendimia y, de este modo, certificar la calidad de los vinos que se obtengan en la campaña 2018/2019.

Desde la implantación de esta tarjeta, los técnicos del Consejo Regulador pueden comprobar tanto la procedencia del fruto, como la cantidad de uva entregada por cada uno de los viticultores del marco. Una medida que ha convertido a la zona Montilla-Moriles en un «referente» en el control de sus lagares y bodegas, despertando el interés del resto de las denominaciones de origen vitivinícolas que forman parte de la Fundación para el Control de la Calidad de Andalucía: Málaga y Condado de Huelva.

Como novedad, este año la reactivación de las tarjetas en aquellos casos en los que los datos se correspondan con los mismos que en la anterior vendimia se realizará directamente, durante la primera pesada en la bodega o en el lagar. Por su parte, el Consejo Regulador está entregando desde el pasado 2 de julio la Tarjeta del Viticultor a quienes la adquieran por primera vez -para lo que tan solo será necesario acudir a la sede del Consejo con el DNI-, así como para quienes la hayan extraviado o necesiten un duplicado de este documento -en cuyo caso, deberán abonar cinco euros-.

Durante el primer año de implantación de este novedoso sistema de control e identificación -fruto de la colaboración con la entidad financiera Cajasur y la empresa cordobesa de ámbito tecnológico Intelify-, el Consejo Regulador de la DOP llegó a expedir hasta 2.200 tarjetas, una por cada titular de viñedo, que permitieron su identificación y la gestión más eficiente en 21 de los 33 lagares que admiten uvas de parcelas de más de un viticultor del marco.