Un gran estruendo precedió a la llegada del tornado que provocó daños incalculables en el 80% de las viviendas de La Puebla de la Parrilla, pedanía de Hornachuelos el pasado jueves. "Afortunadamente era de noche y nos pilló a todos cenando o viendo la tele", señalaban ayer, todavía sobrecogidos, los vecinos, que repetían una y otra vez que "si pasa de día, los daños serían otros y estaríamos hablando de otra cosa".

Concepción Castell García, de 78 años, aún temblorosa 12 horas después del suceso, narra que en aquel momento "yo creí que era un terremoto", por lo que decidió quedarse junto a su marido que está enfermo en la cama. La desesperación y la impotencia ante la fuerza del viento hizo que muchos vecinos, sobre todo mayores, sufrieran crisis nerviosas, que se tradujeron en desolación y tristeza al salir a la calle y encontrar un paisaje dantesco. Calles alfombradas de cascotes, tapias y paredes derribadas, tejas arrancadas, al igual que uralitas y chapas metálicas desplazadas por el vendaval; árboles derribados, puertas arrancadas y ventanas sin cristales que estallaron por la fuerza del aire.

Concepción, que ha superado 3 operaciones de corazón y con el susto aún en el cuerpo, muestra un cobertizo de su casa sin techo y con los pilares muy afectados, y se pregunta "¿ahora qué va a pasar con esto?". Mari Carmen Navarro Hens cuenta con incredulidad cómo en el patio de su casa aterrizó el tejado metálico y la estructura de una nave y que no se explica "la fuerza del aire para mover tanto peso". Dice que "casi no nos dio tiempo a pensar, llegó un ruido muy fuerte, supimos que no era agua". "Mi hija me dijo que tenía mucho miedo", concluye.

Siguiendo la estela de destrucción que el tornado ha dejado en La Parrilla, la vivienda de Antonia Muñoz Echevarría es una de las que mejor resume lo sucedido: Una ventana sin cristales y tejas que han volado. Antonia confiesa que se puso muy nerviosa y se pregunta "¿Qué hubiera pasado si dura más tiempo, no lo quiero ni pensar?". Narra que había tormenta, que estaba viendo la tele y que preparó unas velas por si se iba la luz cuando "llegó el ruido".

El tornado llegó sobre las diez de la noche acompañando una fuerte tormenta de agua, truenos y relámpagos. Tras desatarse el siniestro, cuentan que rápidamente se pusieron manos a la obra para limpiar "tanto destrozo". "Había que quitar de las calles los escombros porque no podíamos pasar", añaden los afectados, que vieron cómo "había árboles, antenas, chapas retorcidas como si fueran de plastilina" mientras comprobaban que a nadie le había pasado nada. Ayer ya trabajaban en volver a la normalidad pero son conscientes de que los trabajos durarán al menos dos semanas.

Los niños fueron testigos de un fenómeno desconocido en la zona. Hasta el jueves "los tornados eran cosa de las películas". El de verdad los dejó ayer sin colegio y sin columpio.