Expectante, cautelosa y paciente se mostró ayer Rosaura Fernández. Tras encontrarse el pasado fin de semana en Alcalá la Real con la que dice ser su madre biológica, Inés Arjona, Rosaura ha pasado ahora a otra fase en la que prefiere mantener la calma y esperar a que los resultados de las pruebas de ADN encargados a principios de semana confirmen que todo lo que le han contado es verdad. "Hay muchísimas cosas que me encajan, he encontrado parecido con miembros de la familia de Inés, creo que las personas que han propiciado este encuentro lo han hecho de buena fe y que lo más seguro es que tengamos la misma sangre, pero prefiero no echar más las campanas al vuelo porque todavía no tengo ningún papel que certifique nuestro parentesco".

Así de rotunda se expresó Rosaura, una mujer de 35 años que solo tiene claro que fue adoptada tras su nacimiento por un matrimonio sevillano de más de cincuenta años y que siempre sospechó que sus orígenes estaban en algún lugar de Córdoba.

Tras las declaraciones de Mercedes Jurado (la mujer prieguense y prima de su madre adoptiva que actuó por iniciativa propia como mediadora entre Rosaura e Inés) en las que Mercedes desmentía que su caso fuera el de una niña robada al nacer y sugería que podría haberse tratado de una venta en la que estuvieran implicados familiares de la propia Inés, Rosaura insiste en que de momento, no tiene documentación para saber qué fue lo que ocurrió. Interesada en averiguar todos los datos que puedan aportar luz sobre su nacimiento, afirma que tiene la intención de investigar, pero que lo hará una vez tenga los resultados de las pruebas de ADN.

La emoción de los primeros días, en los que la intervención de una tercera persona aceleró el proceso de búsqueda que ella había iniciado tras morir sus padres, ha dado paso a la reflexión. "La reunión que mantuve en Alcalá la Real fue muy emotiva, pero como dije el primer día, estoy muy impactada por cómo se han sucedido los acontecimientos, pero sobre todo quiero mantener los pies en la tierra".

Cabe recordar que, si la historia de Rosaura es tal y como se la han contado, ella habría nacido en el hospital San Juan de Dios de Priego de Córdoba, en esa época ambulatorio clasificado como de beneficencia particular, un lugar en el que se atendían partos y que estaba gestionado por la comunidad de hermanas Mercedarias de la Caridad. De las monjas que atendían el centro en los años setenta, no quedan apenas rastros, lo que complica la investigación, ya que todas abandonaron el centro antes de 1996 y actualmente no queda ninguna trabajando en el hospital, convertido en residencia geriátrica.

Según los datos recopilados, el hospital contaba con un convenio para efectuar el servicio de maternidad cuyo concierto con el Insalud se canceló en 1984 debido a la falta de demanda de este servicio.