Ronda, una de las ciudades más bellas de España, está de fiesta. Esta localidad malagueña, de marcado carácter taurino, es la única del mundo que celebra una feria en honor a un torero, concretamente a Pedro Romero, que da nombre a la celebración. Se cuentan por miles los visitantes que desde este fin de semana y hasta el día 6 de septiembre se acercarán a este municipio, atraídos por el tirón turístico del lugar y por el cartel taurino que acompaña a esta fiesta.

Aunque la feria de día arranca el próximo miércoles, 2 de septiembre, desde hoy se han programado actividades como la Gala Folclórica Internacional, que se celebra esta noche, mañana y el domingo, a partir de las 22.00 horas en el auditorio Blas Infante. El lunes se inaugura la exposición de mantillas y mantones de Rosario Solís, a las 20.00 horas en la Casa de la Cultura, y el martes se puede presenciar la Gran Cabalgata de Feria, que parte de la calle Fernando Morell a las 19.00 horas. Ya el miércoles se puede disfrutar de la feria de día, en horario de 13.00 a 19.00 horas, hoy y mañana, y hasta las 20.00 horas el resto de días. A las 15.00 horas del miércoles se puede degustar el tradicional cocido, en el club La Torrecilla, y a las diez de la noche se puede presenciar un concierto de Abraham Mateo, en la Caseta Municipal.

Ya el viernes 4 de septiembre da comienzo el principal atractivo de la feria de Ronda, que no es otro que la Corrida Goyesca, que combina el espectáculo único de este singular evento taurino con el marco inigualable de la bicentenaria Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. La primera Goyesca se celebró en el año 1954 con motivo del bicentenario del nacimiento del rondeño Pedro Romero. Está declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

La Corrida Goyesca de Ronda es la cita más especial de la temporada. También la más internacional, pues su leyenda ha traspasado las fronteras y la localidad se convierte en lugar de peregrinación de aficionados y curiosos de todo el mundo, que llegan con la intención de dar un salto atrás en el tiempo y sumergirse en la estética del toreo del siglo XVIII, el que reflejó la paleta de Francisco de Goya.