El año 2011 pasará a la historia de la provincia de Córdoba por haber sido sede y testigo de diversas manifestaciones religiosas y culturales en las que los nativos de varios pueblos, además de los de la capital, han compartido nuevas experiencias con franceses, coreanos, griegos, argentinos y portugueses, que peregrinaron hasta acá para participar en los actos previos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en Madrid.

En Priego de Córdoba la vivencia ha tenido un reflejo espectacular. Procedentes de la diócesis de Aveiro, perteneciente a la archidiócesis de Braga, llegaron a nuestra ciudad varios centenares de portugueses, que, acogidos por familias de la comarca, han pasado el largo fin de semana en franca convivencia con la juventud prieguense. El arciprestazgo logró aunar las voluntades de sus respectivas parroquias para recibir en expresión del beato Juan Pablo a "los centinelas del mañana", los jóvenes extranjeros portugueses, que no podían ni siquiera sospechar que en la perla de la Subbética iban a encontrar huellas de sus antepasados, los Alvarez, que se establecieron en la entonces villa dieciochesca, procedentes de la Caminha, comarca ribereña del Minho, dejando entre otras vestigios artísticos parte de la estatuaria de la famosa Fuente del Rey y la inigualable ermita de la Aurora.

Fue ésta una excepcional ocasión para la visita al monumento civil más emblemático de Priego, en la noche del pasado día 12, en cuyo bucólico espacio y confundidos con la juventud prieguense transcurrieron varias horas de sana convivencia y distracción. Al día siguiente, por la mañana, visita al Priego monumental, y por la tarde santa misa en la iglesia conventual de San Francisco, como acto precedente a la salida extraordinaria de la procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que cada año lo hace dos veces, en el Viernes Santo, con ocasión de la Semana Santa, y en el mes de mayo, en cumplimiento del voto de la hermandad con motivo de la terminación de la trágica epidemia de peste de los años 1649 y 1650.

Faltan palabras para expresar las emociones suscitadas por esta manifestación singular de fe popular del sábado día 13 por la noche. El pueblo entero una vez más acudió a la señera cita. Como hiciera en anteriores ocasiones extraordinarias, ora para agradecer la lluvia incesantemente implorada que siguió a una pertinaz sequía (1874), ora para rogar que cesaran los devastadores terremotos que no volvieron a repetirse más (1884), ora para celebrar el fin de la guerra civil (1939), ora para rodar el filme La saeta del ruiseñor (1957). Eran pasadas las 9 de la noche cuando se aprestaban en los claustros restaurados del antiguo convento de San Francisco más de 170 costaleros, dispuestos a compartir los varales de las andas de gala del Nazareno. Y junto a ellos representaciones de todas las cofradías locales y miles de prieguenses, junto a otros muchos centenares venidos de fuera, para participar en la efeméride.

En un ambiente de religiosidad y compulsión extremado la procesión salió al Compás, abriendo paso la comitiva de la juventud portuguesa con su bandera patria, en silencio riguroso, tan solo roto por las voces espontáneas que clamaban por doquier "¡Viva el Rey de Priego!", y correspondidas por la multitud que se agolpaba a lo largo de todo el itinerario previamente marcado. El momento estelar tuvo lugar en la Plaza del Ayuntamiento cuando un dispositivo electrónico movía el brazo de la imagen para dar la bendición. Yo recordaba los versos del querido maestro y cronista Miguel Salcedo con ocasión de su pregón centenario: "El pueblo siempre va en pos / de su figura, y la ahorma / -que nada importa la forma / del amor cuando se ama-"/.

Una vez más Priego ha procesionado al Nazareno, ofreciéndole su imagen alegre y bella, y paseándola esta vez en triunfo sosegado y en medio de delirantes exclamaciones. ¡Dichoso el pueblo a quien la fe le anima y el milagroso Nazareno bendice!