El precio de la aceite de oliva en origen ha caído más rápido de lo esperado y de manera brusca. La Delegación Provincial de Agricultura fijó ayer la cotización del virgen extra en 2,95 euros por kilogramo, lo que supone el valor más bajo de todo el año 2015, después de que se hubiera reducido un 30% desde comienzos de septiembre. Así, el 1 de septiembre el precio del aceite de más calidad estaba en 4,20 euros en los mercados de la provincia. Desde entonces no ha hecho sino bajar, arrastrando también al resto de las categorías. Así, el virgen tenía un valor de 2,85 euros, cuando a principios de septiembre estaba a 4,03, mientras que el lampante de base dos grados se sitúa en 2,68 (-29,8%).

PREOCUPACION EN LUCENA La caída del precio del aceite y de la aceituna está generando malestar entre los pequeños olivareros lucentinos, que no entienden los motivos por los que algunas compras solamente ofrecen unos 42 céntimos por kilogramo de fruto, justificando esta baja cotización en el pago al contado. Estos agricultores deciden vender ya que necesitan el dinero para poder sacar adelante en la economía familiar. Además, aseguran que con esta cifra no se costea el cultivo, dado que la cosecha está siendo más corta de lo esperada en muchas de las fincas. Ante este panorama, algunos de los olivareros han decidido frenar la recolección de la aceituna, a la espera de que se pudiera recuperar algo el precio del fruto, cosa que resulta poco probable.

Los agricultores aseguran que no es comprensible esta bajada de la aceituna cuando, a fecha de 31 de octubre, se han rozado los mínimos históricos en cuanto a existencias de aceite de oliva, que se cifraban en 39 millones de kilos. Los pequeños olivareros denuncian que, desde que desaparecieron los precios de referencia e intervención del aceite, los más perjudicados son los productores.

Denuncian, asimismo, los perjuicios que les causan las importaciones de aceite de oliva de países del norte de Africa, como es el caso de Marruecos o Túnez, a los que la Unión Europea está abriendo los mercados, con las consiguientes pérdidas para países como España. A todo ello se une la incertidumbre existente en el campo lucentino por la falta de lluvias en unas fechas en las que tradicionalmente las precipitaciones son copiosas. Sin embargo, este año están brillando por su ausencia. Desde inicios del año agrícola se registran valores pluviométricos inferiores a la media en la mayoría de los municipios. Además, no se prevén lluvias a corto plazo.